





I. EL KUNDALINI Y LOS TRES TRIANGULOS
El fuego que energetiza el triángulo de la cabeza es la analogía superior del triángulo
de prana situado en la parte media del cuerpo y tiene su reflejo inferior en la base de la
columna vertebral. En consecuencia, en el ente humano tenemos tres triángulos importantes:
1. En la cabeza: el triángulo formado por los tres centros mayores,
a. la glándula pineal,
b. el cuerpo pituitario,
c. el centro alta mayor.
2. En el cuerpo: el triángulo de prana formado por
a. el punto entre los omóplatos,
b. arriba del diafragma y
c. el bazo.
3. En la base de la columna vertebral: el triángulo formado por los tres centros
inferiores
a. un punto en la base de la columna vertebral y
b. b y c. el par de órganos sexuales principales del macho y de la hembra.(59)
La fusión de los fuegos de la materia con los de la mente da por resultado la
energetización de todos los átomos de materia que componen el cuerpo. Éste es el secreto de
la enorme resistencia que poseen los grandes pensadores y trabajadores de la raza. También
estimula enormemente los tres centros superiores del cuerpo -cabeza, corazón y laringe-, y
electrifica esta zona del cuerpo. Los centros superiores forman entonces un campo de
atracción para el descenso del tercer fuego, el del Espíritu, entrando en extraordinaria
actividad el centro de múltiples pétalos, situado en la cúspide de la cabeza, el centro coronario sintético, suma total de todos los centros.
El estímulo correspondiente a los centros del cuerpo
es duplicado por la vivificación consiguiente del Loto de múltiples pétalos, punto de reunión
de los tres fuegos, del cuerpo, de la mente y del Espíritu. La unificación con el Ego se
produce cuando está plenamente estimulado, iniciándose la combustión; esto se repite en los
vehículos sutiles, trayendo la consumación final y la liberación del Espíritu.
La fusión de los fuegos de la materia es el resultado del crecimiento evolutivo, cuando
la acción del tiempo permite un desarrollo lento y normal. La conjunción de ambos fuegos
viene efectuándose desde los comienzos de la historia del hombre, y produce esa vigorosa
salud de que goza quien lleva una vida limpia y posee ideas elevadas. Una vez que los fuegos
de la materia han ascendido (unidos) algo más por el canal etérico de la columna vertebral, se
ponen en contacto con el fuego de manas a medida que irradia del centro laríngeo.
Es esencial
pensar aquí con claridad, pues será necesario dilucidar algo este tema tan abstruso.
1. Los tres centros mayores de la cabeza (desde el punto de vista físico) son:
a. el centro alta mayor,
b. la glándula pineal,
c. el cuerpo pituitario.
2. Forman un triángulo manásico después de unirse con los fuegos de los dos
triángulos inferiores, por ejemplo, al sintetizarse.
3. Pero el triángulo puramente manásico, antes de esta fusión, está formado por
a. el centro laríngeo,
b. la glándula pineal,
c. cl cuerpo pituitario.
Esto ocurre durante el período en que el ente humano posee aspiraciones en forma
consciente y aplica la voluntad en el aspecto evolutivo, dando así un carácter constructivo a su vida.
El otro fuego de la materia (el doble fuego) es atraído hacia arriba. mezclándose con el
fuego de la mente al efectuarse la unión en el centro alta mayor. Dicho centro está situado en
la base del cráneo, habiendo una pequeña separación entre este centro y el punto en el canal
de la columna vertebral de donde surgen los fuegos de la materia. Parte del trabajo del
hombre que está desarrollando su poder mental, consiste en construir un canal provisorio en
materia etérica para eliminar dicha separación. Este canal es el reflejo de Antakarana (60) en la
muerte física, puente que el Ego ha de construir entre el mental inferior y el superior -entre el
vehículo causal en el tercer subplano del plano mental y el átomo manásico permanente en el
primer subplano. Tal es el trabajo que están realizando inconscientemente todos los
pensadores avanzados. Una vez construido este puente, el cuerpo del hombre se coordina con
el cuerpo mental y se fusionan los fuegos de la mente y de la materia. Ello completa el
perfeccionamiento de la vida de la personalidad; como se dijo anteriormente, este
perfeccionamiento lleva al hombre al portal de la iniciación -lo cual es la señal de que se ha
realizado el trabajo, y marca el fin de un ciclo de menor desarrollo y el comienzo de la
transferencia de todo el trabajo a una espiral más elevada.
Debemos recordar que los fuegos en la base de la columna vertebral y en el triángulo
del bazo son fuegos de la materia. Esto no ha de olvidarse, tampoco debemos confundirlos.
No tienen efecto espiritual y conciernen únicamente a la materia donde están situados
los centros de fuerza. Dichos centros son dirigidos por la mente o manas, o por el consciente
esfuerzo del ente inmanente; pero éste no puede realizar su intento hasta que los vehículos
(por los cuales trata de expresarse) y los centros rectores y energetizantes respondan
adecuadamente. Sólo durante el transcurso de la evolución, y una vez que la materia de esos
vehículos esté suficientemente energetizada por sus propios fuegos latentes, podrá el ente
realizar su tan ansiado propósito. De allí también la necesidad de que el fuego de la materia
ascienda a su propio lugar y resucite de su largo entierro y aparente envilecimiento, antes de
poder unirse con su Padre en el Cielo, el tercer Logos, la Inteligencia de la materia misma.
Aquí la analogía también es exacta. Incluso el átomo del plano físico tiene su meta, sus
iniciaciones y su triunfo final.
Más adelante, en las dos partes inmediatas, trataremos otras facetas de este tema, tales
como la relación de los centros y del fuego del Espíritu con manas, y la eventual fusión de los
tres fuegos. En esta sección nos limitamos a estudiar la materia y el fuego y no debemos
desviarnos del tema para evitar confusiones.
TRATADO SOBRE EL FUEGO CÓSMICO