Cuando un guerrero partía en busca de gloria con un pequeño grupo de amigos y parientes no esperaba gracia ni tampoco la concedía.
El que mataba a un guerrero, sin no había sido el primero en herirle, sólo obtenía un poco de gloria.
Pero matar a un hombre era un asunto sin importancia.
Después de un combate contra los blancos en el que no se efectuó ninguna lucha cuerpo a cuerpo, pero en el que hubo muertos, un guerrero dijo :
"No ha ocurrido nada".
El sentido utilitario del combate era muy débil.
La gratuidad adornaba todavía la vida profunda, libre, jovial de esos hombres :
guerreros incompatibles, niños de risa fácil, hechiceros de poderes maravillosos, hombres acostumbrados desde el principio a aceptar su suerte.
La expedición confidencial contra las facciones enemigas tenía, dice Stanley Vestal,
"la animación y la rapidez del polo, la informalidad de la caza del zorro, el encanto de un paseo ecuestre y el suficiente peligro para satisfacer a los más temerarios".
Si, en efecto, la muerte no esperara al guerrero, el encanto estaría ausente.

"Bernard Dubant"

No hay comentarios: