Lector, Dios ha permitido que el espíritu médico haya verdaderamente operado a través de Macaón, Podaliro, Apolino, Hipócrates, etc. a fin de que la verdadera medicina, brillando a través de las nubes (pero donde apenas ha podido ser completa y claramente conocida) se presentará a la luz, manifestándose a los hombres. Y por la misma operación, ha prohibido dicha obra al espíritu de las tinieblas que había oprimido y completamente apagado la Luz de la Naturaleza, a fin de que las maravillas reposando ocultas en los Arcanos, las quintaesencias, los magisterios y los elixires, no permanecieran ignorados. Él ha dado, pues, unos medios verdaderos para que, además, la búsqueda de dichos arcanos y misterios sea implantada en los hombres por los buenos espíritus, como también algunos de ellos han recibido naturalezas angélicas de un cielo que ha reconocido a los ángeles.

Hombres de esta clase han podido estudiarla y también su curso cotidiano, ya que estaban dotados de la perfecta inteligencia de la naturaleza más profundamente que los demás: comparar lo puro y lo impuro, separar estas dos cosas y transformar lo puro hasta un puro que para algunos parecería imposible de alcanzar. En efecto, estos, al ser físicos naturales y verdaderos, saben ayudar a la naturaleza por los medios que le convienen y la conducen a su perfecto término gracias a las artes. Por lo tanto, todas las obras imperfectas y diabólicas deben ceder ante estos hombres, como la mentira ante la verdad y la perfección. Digo que debemos hablar según la verdad si queremos llegar a un final feliz. Si está permitido aprehenderla completamente, nadie debe avergonzarse de buscarla donde quiera que esté.

No toméis a mal, pues, que yo también haya amado y buscado a esta verdad. En efecto, debía perseguirla pues ella no me había buscado a mí. Ciertamente, aquel que quiere una ciudad extranjera no debe quedarse en casa sobre un colchón de plumas; sus peras no se asarán solas detrás del horno y no es allí donde se forma el doctor. Ningún cosmógrafo de valor se forma sentado a la mesa, ningún quiromántico en el comedor y ningún geomántico en el dormitorio.
No podemos obtener, pues, la verdadera medicina sin una múltiple búsqueda. Dios forma al verdadero médico pero no sin dificultad, pues dijo: comerás del trabajo de tus manos y esto será bueno para ti (Sal. 127. 2). La vista precede a la verdad, y lo que la vista percibe, alegra o aterroriza el corazón del hombre. Por tanto, para mi no será ni un trabajo ni una deshonra, viajar y adherirme a quienes son de tal manera que los locos los desprecian; a fin de explorar de algún modo lo que se oculta en el limbo de la tierra y desempeñar el oficio de verdadero médico, que es manifestar la medicina según la prescripción divina en beneficio del prójimo, es decir, de forma que no le cause más daño que utilidad, lo que no hará el hombre perezoso.

Por lo tanto, que descanse quien quiera en un lecho de plumas. Mi alegría esta en hacer peregrinaje, en buscar y en ver según el permiso de Dios y del tiempo. Para los lectores cándidos he escrito este pequeño libro, para quienes quieren instruirse y aman la luz de la naturaleza, a fin de que puedan conocer el fundamento de mi verdadera medicina, renuncien a las pamplinas de los cacomédicos y en todas partes puedan defender mis razones contra ellos. ¡De hecho, preveo que serán consideradas como fábulas! En efecto, dichos eminentes colegas han conocido todas las cosas antes que yo y el doctor Asinin, hace mucho tiempo que posee igual número en su bolsa, pero no lo alcanzará fácilmente.

Para comprender este pequeño libro, cabe ser, pues, buen alquimista, a quien los carbones no sean nocivos y que no le agote la humareda cotidiana. Guste a quien guste: yo no violento a nadie. Sin embargo digo: esta cosa no quedará sin dar frutos, a pesar de las críticas y acusaciones de mis cofrades pseudo-médicos.


Manual de la piedra filosofal

Para que Vulcano pueda fabricar la piedra de los filósofos que, por buenas razones podemos denominar Bálsamo perpetuo o perfecto, debemos primeramente saber y meditar como esta piedra puede ser materialmente puesta a la vista y hecha visible y sensible, y también cómo su fuerza o su fuego pueden manifestarse y darse a conocer. Para hablar con más claridad, tomemos el ejemplo del fuego común, veamos cómo manifiesta su fuerza de un modo visible, o sea: primeramente el fuego es arrancado del silex por Vulcano, pero nada puede hacer sin una materia amiga en la que pueda operar, como madera, resina, aceite u otra sustancia parecida cuya naturaleza sea el inflamarse fácilmente. Cuando dicho fuego cae sobre una cosa de este tipo opera de un modo continuo a menos que sea destruido o impedido por su contrario o que carezca de materia para multiplicarse. Si se le suministran madera y cosas parecidas su fuerza va en aumento y así sigue trabajando hasta que ya no se le aporte nada más. En verdad, al igual que el fuego muestra su manera de operar en la madera, así lo hace la piedra de los filósofos o el bálsamo perpetuo en el cuerpo humano. Si dicha piedra está hecha correctamente y por un médico prudente según la medida filosófica y si es seguidamente manifestada con suficiente consideración de todas las particularidades del hombre, entonces renueva los órganos de la vida, tal como la madera puesta sobre un fuego casi apagado lo reconforta y produce la llama espléndida y clara.

Queda patente pues que la materia de este Bálsamo tiene una gran importancia ya que debe estar en singular armonía con el cuerpo humano, pues debe poder ejercer su fuerza de tal modo que el cuerpo del hombre esté a salvo de todos los accidentes que le podrían suceder por parte de dicha materia.

No sólo la preparación de la piedra o Bálsamo es de gran importancia, además y ante todo, el conocimiento de la materia que conviene a esta obra, es necesario saber como prepararla y sobre todo como usar de ella con sobriedad y prudencia, a fin de que dicha medicina sea capaz de purgar todas las impurezas de la sangre y demás superfluidades e introducir la salud en vez de la enfermedad.

El médico verdadero y honesto debe pues poseer una buena ciencia sin ambición ni ostentación, ni recetas dudosas o contrarias y sin demasiada confianza en el apotecario. Debe también tener un buen conocimiento de la enfermedad y del enfermo, sin el cual siempre seréis cuidados de forma siniestra, sin más resultado que el engaño del enfermo y el robo de su dinero, a causa del orgullo y la incapacidad de un médico inepto. He aquí el gran pecado que no permanece impune, ¿acaso no es un crimen voluntario pedir dinero y honorarios por lo que se desconoce y querer ser un maestro, cosa verdaderamente infame? En efecto: muchos enfermos no darían mucha importancia al dinero dado a cambio de una buena consulta, pero cuando no es así, pierden el cuerpo junto a su fortuna y sin embargo el médico no experimenta ninguna vergüenza en hacerse pagar. Lo crea quien lo quiera. ¡De otro modo recompensaría yo a un doctor semejante! ¡Evidentemente entre todos estos médicos que se creen muy sabios, ni siquiera la décima parte conoce correctamente los simples y aún menos saben con certeza hacer una receta y cómo mandar cocer la medicina por el apotecario! También sucede que un doctor de esos prescriba tomar en la farmacia un simple que él no conoce y que el apotecario todavía conoce menos y ni tan sólo posee. Sin embargo se denomina perfecta a esa medicina administrada como buena al enfermo que a menudo la paga bastante cara. Pero el enfermo sufre el resultado: si no le es de ninguna utilidad para su salud solo sirve para llenar la bolsa del doctor y del apotecario. Si el doctor o el apotecario hubieran sufrido la misma enfermedad, no hubiera sido ese el medicamento que hubieran tomado. Se puede, pues, medir todo lo que hay de lamentable y de malo en este modo de actuar y cuan necesario les sería resolver el problema de otra manera, corregir sus errores y seguir un camino mejor. Pero mucho me temo que resulte difícil amaestrar a perros viejos.

Pero volviendo al tema, del que me había apartado un justo celo para con los pobres enfermos abandonados, y para hacerlo correctamente, os diré que nuestra voluntad no es el charlar sobre la Piedra o el vanagloriarnos de ella. Pero dicha piedra debe ser formada a partir de una materia adecuada, bien preparada y prudentemente administrada. Has de saber también que muchos antiguos filósofos han señalado bien esta materia en sus escritos enigmativos y es más, han expuesto la operación en palabras figuradas pero sin desvelarla del todo de modo que esta no permanece oculta para sus hijos, mientras los hombres insípidos no pueden abusar de ella. Pero como pocos discípulos los han seguido en sus enseñanzas aproximándose a la cosa como convenía, estas doctrinas, poco a poco y con el tiempo, se han borrado y en su lugar las fábulas galénicas se han infiltrado. Tal es el fundamento de dichas fábulas, tal es también su consistencia y esta situación va empeorando día tras día. Ya los ves con sus herbarios atormentarse, mezclando Italia con Germania, aunque Germania no necesite hierbas de allá de los mares y que en ella haya suficiente medicina perfecta.

¡Que la verdad no esté, pues, obligada a ceder ante la mentira y que las tinieblas de Galeno y sus cómplices no apaguen ni supriman en medicina la luz de la naturaleza! Por eso yo, Teofrasto, debo hablar en este pequeño tratado no como un medico imaginario sino como un sabio que no se avergüenza de sus actos en medicina y que, por la gracia de Dios, lo ha demostrado gracias a ella en muchos enfermos que tu, galenista, nunca te hubieras atrevido a visitar. Dime pues, doctor galénico ¿de donde mana tu fundamento? ¿No será en el culo donde le aplicas el bocado al caballo? ¿Acaso has curado jamás la gota? ¿Te has atrevido alguna vez a atacar la lepra? ¡Creo que tienes todas las razones para callar y permitir a Teofrasto ser tu maestro! Si verdaderamente quieres aprender, aprende y mira lo que aquí voy a escribir y decirte: ciertamente el cuerpo humano no necesita de la carretilla botánica y menos todavía, en las enfermedades crónicas o duraderas que tu en tu torpeza llegas a calificar de incurables. En efecto, tus hierbas son demasiado débiles para dichas enfermedades, pues por su naturaleza no pueden encontrar su centro. Y tus píldoras tampoco sirven para nada, sino tan sólo para purgar los excrementos y hasta se da que por su inconsecuencia expulsas a menudo lo bueno con lo malo, y esto solo se consigue con grandes perjuicios para los enfermos. Precisamente hay que renunciar a tales píldoras. Tus jarabes también son ineficaces; su nulidad solamente provoca nauseas a quien los toma, a causa de su olor repugnante y nauseabundo, agobiante para el enfermo, produciéndole cólicos, poniéndole en peligro y actuando en contra de su naturaleza. Deja de lado ahora todos tus otros medicamentos absurdos e ineptos pues están directamente opuestos a la naturaleza y no se deben ingerir bajo ningún concepto. Si todo lo que he dicho es cierto, si no es posible encontrar en Galeno, Rhasis o Mesue ningún remedio verdadero que ataque de raíz dichas enfermedades y purgándolas como el fuego que purifica la piel manchada de la salamandra, de ello necesariamente se deduce que la cura de Teofrasto es muy distinta ya que proviene de la fuente natural y sin la cual Teofrasto estaría vergonzosamente mezclado con los demás médicos.

Si queremos pues seguir la naturaleza en el uso de los medicamentos naturales, examinemos entre todas las sustancias empleadas en medicina cuales están en mayor armonía con el cuerpo humano en virtud y eficacia, para mantener su salud hasta el término de la muerte ineluctable. Pensándolo bien, cada cual dirá sin duda que las sustancias que más se armonizan con el cuerpo humano son las metálicas y que los metales perfectos podrían producir en él los mayores efectos proporcionalmente a dicha perfección y, sobre todo, su humor radical. En efecto, el hombre participa también de esta sal, azufre y mercurio que reposan, aunque ocultos, en alguna parte de los metales y sustancias metálicas. Se aplican entonces lo semejante a lo semejante, lo cual es extremadamente útil a la naturaleza. Si se realiza con rectitud es el mayor secreto de la medicina, que hasta podría ser llamado el Arcano. Entonces ¿qué hay de extraño que esto provoque curas excelentes, tan inauditas como inesperadas y consideradas imposibles por los ignorantes? Pero para no hacer más disgresiones, procuraré anotar brevemente lo que he decidido escribir en este librito. En efecto, mi intención es tratar sobre la verdadera medicina de un modo más claro de lo que antes se ha hecho. Primero sería necesario decir, en verdad, como el hombre, lo mismo que los metales, tiñe su origen en el azufre, el mercurio y la sal; pero sin duda, he dado suficientes indicaciones sobre el tema en el Liber Paramirum para que no sea necesario repetirlas. Por lo tanto solo indicaré cómo la piedra de los filósofos puede ser de alguna manera conocida y preparada.

Ten, pues, por cierto que nada hay tan pequeño que pueda permanecer sin forma y que no pueda hacerse alguna cosa de ello. En efecto, todas las cosas están formadas, engendradas, multiplicadas y destruidas en lo que concuerda con ellas: manifiestan su origen de tal modo que se puede percibir lo que fueron en su principio, pues es lo que permanece también en su materia última y lo que se halla mezclado mientras tanto es como una imperfección que la naturaleza mezcla a la generación. Pero si estos accidentes pudieran ser separados por Vulcano con el fin de no tener ya ninguna acción, la naturaleza, entonces, podría ser corregida. Es lo mismo para esta piedra. Si quieres hacerla con su verdadera materia que puedes haber conocido por las particularidades indicadas, debes retirarle sus superfluidades y formarla, como las demás cosas, en su concordancia pues no puede ser hecha sin lo que se armoniza con ella. En efecto, aquí, la naturaleza la ha dejado imperfecta; no ha formado la piedra, pero sí su materia, que está impedida por los accidentes y que no podría hacer lo que puede hacer la piedra después de su preparación. Dicha materia sin preparación es en relación a la piedra como una semi-cosa imperfecta sin ninguna concordancia; no se la puede calificar, por tanto, como perfecta ni útil al cuerpo humano. El microcosmos te da un ejemplo de ello. Observa al hombre formado únicamente como hombre por el artesano mecánico y que por lo tanto no es una obra íntegra y perfecta, pues no se puede mantener en su concordancia; sólo es una semi-obra imperfecta mientras no haya sido formada la mujer semejante a él. He aquí la obra entera. Por otra parte uno y otro no son sino tierra y estas dos tierras forman por fin un hombre completo, capaz de aumentar y crecer, y es la concordancia así formada lo que efectúa lo anterior. Por ello la piedra de los filósofos renovadora del hombre no menos que de los metales, consigue curas admirables en todas las enfermedades, si se la pone en lo que concuerda con ella después de haberle retirado sus accidentes superfluos. Sin esto, todo lo que se intente con dicha piedra es vano. Pero si quieres ponerla en su concordancia, es importante reducirla a su primera materia para que el macho pueda actuar en la hembra, y su parte exterior, interiormente; que la interior por otra parte, esté orientada hacia la exterior, de modo que las dos semillas, la viril y la femenina estén incluidas en su concordancia; que también sean conducidas hacia la mayor perfección y exaltadas en calor por la mediación de Vulcano y que todas las virtudes, como un ser noble, templado y clarificado, se infundan por sí mismas en el cuerpo humano y en los metales para, en ellos, producir la salud; que expulsen las inmundicias por la vía destinada a la expulsión, que atraigan lo bueno de la sangre humana hasta los lugares adecuados mediante la atracción. Así, el microcosmos situado en el limbo terrestre y formado de tierra es conducido por dicha medicina a la salud, como por su semejante, radicalmente, no en imaginación, sino muy certeramente, o conservado en dicha salud. Este es el misterio de la Naturaleza y es un secreto tal que todo médico debería necesariamente saber. Cualquiera nacido de medicina astral puede comprenderlo. Pero para describir con más claridad la materia y la preparación de tan noble medicina, para que los hijos de la doctrina, amantes de la verdad, encuentren su comienzo, habéis de saber que la naturaleza ha dado cierta cosa en la que, como en el interior de un arca, están misteriosamente incluidos 1, 2 y 3 cuya virtud y fuerza son más que suficientes para conservar la salud del microcosmos, hasta tal punto que después de la preparación expulsan todas las imperfecciones. Es la verdadera arma defensiva contra la vejez y la denominamos Bálsamo.

Pero primeramente debes saber en qué sustancia la naturaleza ha puesto un número tal. Sin embargo por muchas razones no puedo escribírtelo con más claridad. Además, Galeno, Rhasis y Mesue no conocieron dicha preparación y sus sucesores tampoco alcanzarán este conocimiento. En efecto, la preparación de dicha medicina es de una naturaleza tal que los comerciantes de píldoras no pueden alcanzarla: ¡la comprenden aún menos de lo que haría una vaca Suiza! Además, sus operaciones son casi celestes y singulares. Purifica y renueva con una casi regeneración, como podrás observarlo a lo largo de mis Archidoxias donde podrás profundizar también en el origen y esencia tanto de los metales como de las sustancias metálicas, y también en su virtud. Quien tenga oídos para oír, que oiga pues y vea si Teofrasto escribe mentiras o dice la verdad, si habla de una vana marmita y por el demonio, como tú, sofista, hablador de paparruchas y rodeado por el diablo, la mentira y las tinieblas; tú, para quien nada es bueno si no es comprensible por tu estúpida cabeza y útil a tu caldo y sin ninguna labor previa. Tuerto como eres, erras como un vagabundo en vez de ir directamente a la ventana de la cocina. Libre eres, pues de enrollar tu hilo embrollado y buscar cerca de un astro tenebroso el centro del laberinto. Me es indiferente. Sin embargo, si un día utilizaras tu olfato, si consideraras atentamente en qué se basa el arte de Teofrasto y por otra parte, la debilidad de tus trabajos reunidos al azar, Teofrasto ya no te sería tan hostil. Las cosas que escribo brevemente ahora y que seguiré escribiendo a fin de que los discípulos astrales puedan recogerlas para regocijarse y ser glorificados por ellas, pueden ser comprendidas también gracias a la labor de cualquiera que no le avergüence instruirse, pues nada hay tan difícil que no pueda ser comprendido y aprendido con el trabajo y el estudio. He aquí la práctica de dicha obra:


Preparación de la materia de la piedra

“Toma electrum mineral en limaduras, colócalo en su esperma (según otros: Júpiter electrum mineral no maduro, ponlo en su esfera) a fin de que sean lavadas su inmundicia y superfluidades, y púrgalo totalmente y cuanto puedas, por el antimonio a la manera alquímica, para no sufrir ningún daño procedente de su impureza. Después disuélvelo en el estómago de un avestruz naciendo en tierra y fortificada en su virtud por la acritud del águila. Cuando el electrum haya sido absorbido y haya adquirido, después de su disolución, el color de la caléndula, no te olvides de reducirlo a esencia espiritual diáfana semejante al verdadero ámbar amarillo. Seguidamente añade águila extendida, solo la mitad del peso del electrum antes de su preparación y de ello separarás varias veces el estómago del avestruz; de este modo el electrum llegará a ser cada vez más espiritual. Por tanto, cuando el estómago de avestruz esté fatigado por el trabajo, será necesario reconfortarlo y siempre separarlo. Por fin, cuando de nuevo haya perdido acritud, aade quintaesencia tartarizada, pero de manera que esté privada de su rojez a cuatro dedos de altura y que esta ascienda con él.”

Repite dicha operación hasta que blanquee por sí mismo. Cuando sea suficiente verás con tus propios ojos como, poco a poco, se acomoda a la sublimación y cuando tendrás esta señal, sublima. Así, el Electrum se convierte en la blancura exaltada del águila y por un pequeño trabajo es conducido a este punto y transmutado. Esto es lo que buscamos para utilizarlo en nuestra medicina. Con ello, puedes proceder con seguridad en numerosas enfermedades rebeldes a la medicina vulgar. Podrás también convertirlo en agua o aceite, también en polvo rojo, y utilizarlo cada vez que lo necesites en medicina.

En verdad te digo que en toda la medicina no hay mejor fundamento que el que se esconde en el electrum. No obstante no niego y hasta lo escribo en mis otros libros, que grandes secretos están también ocultos en las otras sustancias minerales, pero son objeto de un mayor y más largo trabajo, no pueden ser fácilmente empleados como es debido, sobretodo por los ignorantes; si uno de esos lo empleara le sería más perjudicial que útil. Por lo tanto, no es un hecho digno de alabanza que un alquimista cualquiera quiera ejercer el arte médico sin estar bien informado sobre él. Es por ello que fue necesario inventar un medio, una barrera apropiada para rechazar a esos médicos imaginarios. Por otra parte, en lo que me concierne, no llevaré el peso de su culpa ni los reconoceré como discípulos, ya que no siguen la verdad; más bien los considero unos maleantes, unos reconocidos estafadores, vagos que arrancan el pan de la boca a los verdaderos discípulos; dañan adrede a los hombres y hacen caso omiso de la conciencia y del arte. Pero una tan gran virtud curativa para los hombres se esconde en nuestro Electrum preparado, que, en el mundo entero no se podría encontrar una medicina más cierta y notable. Es cierto que algunos doctores galénicos, vendedores de teriaco, lo llaman veneno, denigrándolo no por experiencia sino por soberbia y pura estupidez. También admito que sea un veneno a lo largo de su preparación y ciertamente llega a ser un veneno tan grande, sino más, que la serpiente de Thyr, uno de los ingredientes del Teriaco. Pero aún no se ha demostrado que dicho veneno perdure después de la preparación. Aunque esto sea bastante incomprensible para ciertas cabezas de antílope, la naturaleza siempre tiende a su propia perfección: ¿acaso no podría ser, pues, conducida todavía más hacia la perfección por las artes que le son propias? Es más, hasta admito que el Electrum aún sea un veneno después de su preparación, y ciertamente más violento que antes: pero un veneno que tan sólo tiende a encontrar su semejante para penetrar y expulsar las enfermedades fijas e incurables, actuando no como un mal dañino sino como el enemigo del mal, atrayendo así la materia semejante a él y consumiéndola radicalmente. Lava como el jabón lava las manchas de la ropa sucia, con las cuales él mismo se retira dejando luego tras de sí una ropa pura, intacta, limpia y bella. Eso a lo que tu llamas veneno, posee una eficacia bien distinta y muy superior a la que tiene la manteca de cerdo que habitualmente empleas para tratar el mal gálico, con unciones más frecuentes que las que usa el zapatero para engrasar el cuero. El Arcano que se oculta en dicha medicina posee, en efecto, en sí mismo una Esencia muy proporcionada, excelente, en nada comparable al veneno a menos de comprenderla según lo que he dicho antes. Su virtud y eficacia se diferencian tanto de la plata viva con la que frotas a los enfermos y de tu precipitado como el cielo se diferencia de la tierra. Se le llama pues, y es muy cierto, medicina bendita de Dios y no revelada a todos. En efecto, está mejor corregida que esta droga excremencial que lleva bajo su toga un doctor de majestuoso porte, o que ha filtrado a través de su doble cinta o a través de la caperuza de un necio. Es más, esta bendita medicina posee en todas las enfermedades, cuales quieran que sean sus nombres, una fuerza y una virtud de acción tres veces mayor que las de todos los fármacos con los que siempre te has topado. Pero no es permaneciendo sentado, inactivo y perezoso, que he descubierto esto, ni en el orinal; es viajando, vagabundeando, como dices. He necesitado muchos trabajos y cuidados para aprender a conocer a fin de saber y ya no conjeturar. Pero tú extraes tu medicina de un viejo lecho de plumas, de esta almohada donde reposa la vieja Nigromancia, que inspirándote ha velado tu intelecto celeste con un bonete negro en lo que concierne a la medicina. Por ello, los viajes no me pesarán y seré yo quien siga siendo tu maestro, seguiré las huellas de Macaón, que proceden de la luz de Natura, como la flor abierta a los rayos del sol. Pero para no alejarme del tema y para que esta obra no quede imperfecta, examina en lo que voy a decirte el procedimiento a seguir, con la fuerza y propiedad dadas por la naturaleza a la Piedra filosófica de medicina y observa como se la conduce a su fin.


Sigue el resto de la preparación

Después de haber destruido tu Electrum tal como está dicho, si quieres proseguir, con el propósito de llegar al fin deseado, toma de tu Electrum destruido y vuelto volátil, la cantidad que quieras llevar a la perfección, introdúcelo en el huevo filosófico y sellado lo mejor posible a fin de que nada se evapore. Debe permanecer en el atanor hasta que, sin ninguna adición, comience por sí mismo a resolverse desde lo alto, de modo que pueda verse una isla en medio de este mar, decreciendo día a día para convertirse finalmente en atramento de zapatero. Este atramento es el pájaro que vuela sin alas por la noche y que el primer rocío celeste, por una perpetua cocción, ascensión y descenso, ha transmutado en una negrura cabeza de cuervo, que toma seguidamente el color de la cola del pavo real, después adquiere las plumas del cisne y, por fin, recibe la rojez suprema del mundo entero, signo de su naturaleza ígnea que expulsa todos los accidentes del cuerpo y cura los miembros muertos y fríos. Según los filósofos, esta preparación se hace en un único vaso, un único horno, un único fuego, por un continuo vapor ígneo.

Dicha medicina es pues celeste y perfecta; y como mínimo, puede llegar a ser una luna más que perfecta por su propia carne y su propia sangre, y por el fuego interior orientado hacia el exterior y conducido tal como hemos dicho; por el cual son lavadas todas las manchas de los metales y es manifestado lo que en ellos esta oculto. Esta medicina que, en efecto, es más que perfecta, todo lo puede, todo lo penetra, infunde la salud al tiempo que expulsa la enfermedad y el mal. En toda la tierra, ninguna medicina le es comparable. Ejercítate en ello con inteligencia pues ciertamente te proporcionará ala-banza y gloria: desde entonces ya no serás un médico imaginario, sino conocedor y, es más, te esforzarás en amar a tu prójimo. Pero nadie puede percibir ni comprender un arcano tan divino sin la ayuda divina; y tampoco su inefable e infinita virtud en la cual puede conocerse al Dios todopoderoso.

Pero además debes saber que no puede hacerse ninguna solución de tu Electrum sin que antes haya recorrido perfectamente, por tres veces, el círculo de las siete esferas. En efecto, este número le es necesario, y debe estar completo. Debes, pues, cuidar mucho esta preparación que produce la solución; y para volver volátil y espiritual a tu Electrum glorificado, utiliza el Arcano Tartarizado para lavarlo de las superfluidades que se han añadido a él en el curso de la preparación, sino quieres trabajar en vano. Por lo tanto no quedará nada del Arcano del Tártaro, sólo se procede con él de manera circular y según el número susodicho. De este modo, en el huevo filosófico y por el vapor del fuego, se hace fácilmente y por si misma, el Agua Filosófica que los Filósofos denominan Agua Viscosa, que también por si misma, se coagulará y reproducirá todos los colores hasta que, por fin, queda adornada por el rojo supremo.

Por orden del Poder divino me está prohibido escribir más sobre este misterio. En efecto, este Arte es verdaderamente un don de Dios; por ello, no todos pueden compren-derlo. Dios lo da a quien quiere, y no permite que le sea arrancado por la violencia, pues quiere tener la gloria de este Arte para él solo.

Bendito sea su nombre eternamente. Amén.


Sigue el uso de la piedra


También debemos escribir algo respecto al uso y peso de este medicina. Has de saber pues que su dosis es tan pequeña y ligera que apenas puede creerse: sólo debe tomarse mezclada con vino y demás cosas parecidas, en la más pequeña cantidad posible, a causa de su fuerza celeste, de su virtud y eficacia. Sólo es manifestada al hombre, para que en la naturaleza nada quede imperfecto. Ha sido también preparado y predestinado por Dios que su virtud con el Arcano sea producida por Arte para el hombre, que es la imagen de Dios, y a quien todas las criaturas están obligadas a ser útiles, y para que, ante todo, sea conocida la Omnipotencia de Dios. Por lo tanto, dicha medicina será dada a quien Dios haya dotado de inteligencia. Pero el tosco y necio galenista no podría comprenderla; incluso se apartaría de ella con hastío ya que todas sus obras son tinieblas mientras que esta obra actúa y se realiza en la luz de la naturaleza. Tienes aquí, en breves pero verídicas palabras, la raíz y el origen de toda verdadera medicina, que nadie me podría quitar, a pesar de la rabia de Rasis y de su vergonzosa progenie, y a pesar de la hiel de Galeno. Que se queje Avicena de tener dolor de muelas; Mesúe, medido rápidamente a lo largo y a lo ancho, resultará ser más alto que todos estos y Teofrasto permanecerá en la verdad. Por el contrario todas las obras mancas de los hacedores de ungüentos y todas las preocupaciones de los médicos y boticarios irán de mal en peor con toda su pompa y su fundamento.

Aún me queda algo por decir, pues mi relato parecerá oscuro a muchos:
"Querido Teofrasto, me hablas de un modo muy breve y hasta embrollado, he leído en tus demás tratados cuan claramente expones tus pensamientos y secretos, pero este no me será de ninguna utilidad."

Te respondo que las perlas no deben ser dadas a los cerdos, ni a la cabra una larga cola, pues la naturaleza no lo ha querido así. Es por esto que te digo que a quien Dios dé, ese encontrará con creces y todavía más de lo que quería. He aquí lo que escribo a modo de comienzo. Busca con prudencia, no huyas del estudio ni del trabajo ni de los carbones; no te dejes seducir por la pompa de los charlatanes, ni apartar de la diligencia necesaria. En efecto, mucho se encuentra por continuas meditaciones y ello no quedara sin dar frutos. Queda pues satisfecho con lo que te doy ahora, toma de esta fuente a fin de no tener ya que ir al abrevadero de los comerciantes de píldoras; no tendrás trato con los enterradores, al contrario, podrás servir bien al prójimo y preparar para Dios alabanza y honor. Quien sea un maestro en el estercolero de la conejera se quede así; cerca de el no pueden hallarse ni ayuda ni consejo. Pero yo, he querido describir brevemente estas cosas en este pequeño libro que he hecho sobre la Piedra de los Filósofos a fin de que los hombres comprendan que no es por curas diabólicas que Teofrasto cura a tantos enfermos. Si me sigues rectamente harás como yo, y tu medicina será como el aire que penetra y atraviesa todas las cosas abiertas y que está en todo, expulsando las enfer-medades fijas, mezclándose radicalmente para que la salud siga la enfermedad y sea su sucesora. De dicha fuente, en efecto, mana el verdadero Oro Potable, y en ninguna parte puede encontrarse otro mejor.

Toma esto para ti como una fiel amonestación y no desprecies a Teofrasto antes de saber quien es. No he querido hablar de otra cosa en este pequeño libro, aunque era necesario hablar un poco y filosofar sobre el Oro Potable y el licor del Sol; pero he querido indicar aquí las substancias, que, preparadas como es debido, no son en absoluto despreciables en cuanto a sus virtudes. Mis demás libros hablan mucho de estos secretos y de un modo bastante abierto: es decir de lo que un verdadero médico debiera saber; dejare reposar este tema, esperando que mi libro no quede del todo sin dar frutos y también que sea estudiado por los Hijos de Doctrina.

Que Dios dispense su gracia por su gloria y su honor. Amén.




"Ciertamente, es la mano del Guerrero quien convierte a la espada en instrumento de la Justicia, mientras que la del verdugo la mancilla y la rebaja a la condición de herramienta de tortura ,sin embargo no te engañes, hermano, que está el perfume en la rosa y no en la mano del jardinero."

Abu Ismail Abdallah Ash-Shamsi

(Granada s. XV)


Fuego divino que corres por mi sangre y arde en el centro de mi corazón en forma de copa...
Fuego divino que recorres el santung santurum del templo divino que habita en mi...
Luz del divino día celestial que naces como el fénix y reluces en los cielos en forma de gloria...
Amada mía...!
Amada mía...!
Atraviesas mi sangre y recorres mi cuerpo; dandome aquello que anhelaba de ti...
El soplo de tu voz en mis oídos es como el viento encantador del día entre los pinos y la noche entre la luna que brilla en ti...
Amada, beberemos del caliz de fuego como si fueros uno...
Amada, entraremos en las múltiples y eternas siluetas de colores serpentinos y de gloria en sus techos; entraremos en los 3 y viajaremos en los 7 para multiplicar los sentidos en nosotros...
Me inclino en ti...
Hago reverencia a tu labor en mi, y cómo del pan de la eternidad para que vivamos juntos en nosotros para toda nuestra existencia...
Me adentro en el fuego que arde fijo en el centro que gira y gira sin parar...
Bebo y bebo de tu cáliz, para que la babilonia sea extinguida y tu elixir santificado me habla paso en tus mundos mas sensible y espléndidos que habita en mi...
Amada...!
Amada...!
Amada...!



Amada de los días y de las noches eternas de mi...
Amada, que al anochecer te encuentras en el aposento de la vida y de la muerte; donde todo es un flujo continuo y inalterable por las cosas mundanas de este y otros mundos materiales del si y del no...
Amada, tu que estas en mi, en todo momento de tu existencia y de tu labor por mi y por ti...
Yo, permito darte la vida...!
Tú, permites darme la vida...!
Un flujo continuo de miradas eternas por tu Amor y el Amor a Dios en nosotros...!
Amada de cascabeles sonrientes y puros como el oro reluciente del mercurio de los días...
Amada que tu me alimentas con tu néctar divino del Sol que habita en tus glandulas mas intimas y mas espesas de tus contenidos con un Dios y Diosa único y ecoexistente del Universo que nos rodea en su totalidad...

Amada.., Amada.., Amada mía...



Visible e invisible, mitad del cielo.

La maquinaria del universo se divide en dos partes, un cuerpo visible y un cuerpo invisible. Lo visible y tangible es el cuerpo del universo, que consta de tres principios, Azufre, Mercurio y Sal. Este es el cuerpo elemental del universo, y los mismos elementos son ese cuerpo. El cuerpo que no es tangible, sino impalpable e invisible, el cielo sideral o firmamento. El firmamento que vemos es corpóreo, visible y material. Este, empero, no es el firmamento mismo, sino su cuerpo. Nadie ha visto nunca al firmamento, sino sólo su cuerpo, así como el alma del hombre no es visible. El universo entero está así dividido en dos partes, en cuerpo y firmamento. Además, el firmamento consiste de dos partes. Una es el cielo entre las estrellas; el otro en el globo de la tierra. De aquí que el firmamento se compone de dos esencias. Una es peculiar al firmamento del cielo, y la otra es peculiar al elemento de este globo y esfera. El firmamento del globo o esfera es de naturaleza tal que a partir suyo nace todo los que el cuerpo de la tierra o los elementos proporcionan. Así, del fundamento del firmamento del globo brotan los frutos, lo que no podría realizarse sin el firmamento. Y lo mismo con todas las cosas que se producen desde el suelo. El otro firmamento tiene su especial operación en el cielo, esto es, se relaciona solamente con el hombre. Ahora, aunque ambos sistemas estelares, el superior y el inferior, están vinculados, conjuntos, unidos, y van el uno con el otro, hay sin embargo esta diferencia, que las estrellas superiores gobiernan los sentidos superiores, y que las inferiores gobiernan las cosas que crecen; esto es, el sistema superior ordena el intelecto animal, y el inferior aquellas cosas que crecen, brotando de la esfera misma. (Astrología Magna)

El hombre está dividido en sí mismo; efectivamente, en el cuerpo del globo y el cuerpo de los sentidos, esto es, en un cuerpo visible, palpable, y un cuerpo invisible e impalpable; o, en otras palabras, en un cuerpo elemental de los tres principios, Sal, Azufre y Mercurio, y un cuerpo estelar. Por lo que se refiere al cuerpo del hombre, es meramente carne y sangre. Aquello que es impalpable en el, se llama espíritu. Así el hombre está formado de carne, sangre y espíritu. Además, la carne y la sangre no son el hombre, sino el espíritu que existe en sí mismo. El espíritu del hombre es sabiduría, sentido e intelecto; y esto son el hombre. El cuerpo es meramente materia bruta. El espíritu está sujeto a as estrellas, y el cuerpo está sujeto al espíritu. Así, el astro gobierna al hombre en su espíritu, y el espíritu gobierna al cuerpo en la carne y la sangre. Ese espíritu, empero, es mortal, puesto que no es el alma. El alma es sobrenatural, y aquí no hablo de eso sino de lo que, siendo creado en Adán, se atrinchera en la Naturaleza, es decir, carne, sangre y este espíritu. (Astronomía Magna)

Al igual que los elementos celestes, también el hombre tiene una constelación y un firmamento (Libro de las Entidades)

Las cosas no están en los objetos para experimentar solamente lo que concierne al cuerpo visible, pues éste no es sino una parte del cuerpo total del hombre. (Opus Paramirum)

Sabed que nuestro mundo y todo lo que vemos y podemos tocar en nuestro entorno no son más que la mitad del Cosmos. Aquel mundo que no vemos es igual al nuestro en peso y medida, en esencia y condición. De donde se sigue que también hay otra mitad del hombre que actúa en ese mundo invisible. Cuando sabemos de la existencia de ambos mundos, entendemos que sólo las dos mitades forman un hombre completo; porque son por así decirlo como dos hombres unidos en un cuerpo (Opus Paramirum)

Antes que nada, el médico tiene que saber que debe entender al hombre en esa otra mitad que concierne a la astronomicam philosophiam, y que ha de transferir el hombre a ella y transferir los cielos al hombre. De otro no podrá curar a los hombres, los cielos retienen dentro de su esfera la mitad de todos los cuerpos y los males. ¿Quién puede ser un médico y no conocer las enfermedades de otra mitad?... ¿Qué es un médico que no sea experto en cosmografía? Es un tema en el que debiera estar especialmente versado... puesto que todo conocimiento se origina en la cosmografía, y sin él nada ocurre" (Liber Paragranum)

Observad que el cuerpo se nutre exclusivamente a través de esos cuatro miembros, y que todo lo demás son planetas que no necesitan alimentarse, al igual que el resto del firmamento. O sea, que el cuerpo es doble: planetario y terrestre. Y que el hombre se compone de esas dos criaturas: el conjunto de cosas nutritivas y el conjunto de cosas que necesitan ser alimentadas. (Libro de las Entidades)

Sólo vemos, normalmente, al hombre y a las criaturas por la mitad (Opus Paramirum, Libro V, prefacio)

Cuando nos hallemos ante enfermedades cuyo origen no nos sea posible conocer por medio del cuerpo visible, debemos encender la luz que nos permita hablar, pues si no, las obras que esas enfermedades representan nos exhortarán a callar, por más que esto nos parezca en todo caso un tanto incomprensible. Si nos guiamos por esa luz podremos reconocer que ésa otra mitad invisible del hombre existe realmente y que su cuerpo no es sólo carne y sangre, sino una cosa demasiado brillante para nuestros groseros ojos. En esa parte están pues las enfermedades invisibles de todas las enfermedades (Opus Paramirum, Libro V, prefacio, 309)

Por eso nos conviene buscar siempre la causa por la que cada obra ha sido hecha tal cual es y por eso, si su razón visible no nos convence, debemos buscar inmediatamente la invisible. Lo invisible puede así hacerse visible igual que lo que no posee esa propiedad, siempre que esté presente su propia luz y sepamos buscarlo bajo su resplandor. Esas enfermedades están escondidas en las grandes iniciales (Versahlen) y pueden subsistir en nosotros como enfermedades espirituales... En el caso de las enfermedades, el espíritu es visible a su luz, por cuanto constituye la mitad del hombre. (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)

En definitiva: sabed que la Fe puede producir todo cuanto el cuerpo produce, incluso la misma muerte, tan bien como con un disparo de arcabuz. Válgaos pues este ejemplo como enseñanza y aprended por él que sois desde luego visibles y corporales, pero además y al mismo tiempo no lo sois, y que todo cuanto hace nuestro cuerpo visible lo hace también invisible (Opus Paramirum, Libro V, cap. 3)

Recordad ahora que hay algo en nuestro organismo que no necesita de los alimentos exteriores y que llamamos el firmamento del cuerpo, ya que de la misma manera que el cielo vive en su firmamento sin necesitar alimento alguno, así también el firmamento corporal se nutre por sí mismo (se habet) (Libro de las Entidades)

El hombre es hijo de dos padres; el uno es la "tierra", el otro el "cielo"... De la tierra recibe el cuerpo material, del "cielo" su índole. Así aquélla conforma su figura, y el cielo le regala la "luz de la Naturaleza". Todo hombre refleja la índole de su padre; puede hacer aquello que es innato. Y se ha dado poder a los hijos para disponer sobre la herencia de sus padres (Opus Paramirum)

La estructura del mundo está hecha de dos partes; de una parte aprehensible y sensible y de otra invisible e insensible. La parte aprehensible es el cuerpo, la invisible el "astro". La aprehensible a su vez está compuesta de tres partes: azufre, mercurio y sal; la invisible consiste también en tres: ánimo, sabiduría y arte. Ambas partes juntas constituyen la vida (Astronomia Magna: Wie jetzo gemelt is das Machina Mundi fabricirt ist in zwei theil: in einem greiflichen unnd empfindlichen; Der ander Theil ungreifbaren und unempfinddlichen. Der Greiflich ist der Leib, der unsichtbar das Gestirn. Das greisslich: ist gesetzt auss dreien Stücken, auss Sulhure, Mercurio und Sale; der ungreiflich ist auch in drey gesetzt, in das Gemüth, Weisheit und Kunst und sie beide seind gesezt in das Leben... Unnd alles vom Gestirn... Aber di Bildniss Gottes nicht)

Aún cuando sea hijo de Saturno, y Saturno haya ensombrecido su nacimiento, el hombre puede dominar a Saturno y convertirse en hijo del Sol (Astronomia Magna)

Porque como por fuera, así por dentro; lo que no está fuera, tampoco está dentro del hombre. Lo exterior y lo interior son UNA sola cosa, UNA constelación, UNA influencia, UNA concordancia, UNA duración... UN fruto. (Liber Paragranum)

El cielo es el hombre y el hombre el cielo, y todos los hombres juntos son el cielo, y el cielo no es más que un hombre. Hay que saber eso para entender por qué las cosas son así en un lugar y en otro de otro modo, por qué aquí hay un nuevo, allá un viejo y en todas partes tantas cosas distintas. Pero todo esto no se ve en el cielo, sino en la distribución de las fuerzas actuantes en él... Nosotros los hombres tenemos un cielo y éste también está en cada uno de nosotros en toda su plenitud, indiviso y correspondiente a la naturaleza de cada cual. Por eso cada vida humana sigue su propio curso, por eso fallecimiento, muerte y enfermedad están desigualmente repartidas, según la acción de cada cielo. Porque si el mismo cielo estuviera en todos nosotros, todos los hombres tendrían que estar enfermos al mismo tiempo y sanos al mismo tiempo. No obstante no es así, porque la unidad del Gran Cielo se disolvió en nuestra multiplicidad en los instantes del parto. En cuanto un hijo es concebido, recibe su propio cielo. Si todos los niños fueran dados a luz en el mismo instante, todos llevarían el mismo cielo en sí, y su vida seguiría el mismo curso. Así pues, según como se encuentre la bóveda estelar, así se inculcará el "cielo interior" del hombre. ¡Un milagro sin igual! (Astronomia Magna)

Qué maravillosamente ha sido creado y configurado el hombre, cuando se penetra en su verdadero ser... y es una grandeza -pensad en esto- que no haya nada en el cielo ni en la tierra que no se encuentre también en el hombre... En él está Dios, que también está en el cielo, y todas las fuerzas del cielo se reflejan también en el hombre. ¿En qué otro sitio puede hallarse el cielo si no es en el hombre? Dado que actúa desde nosotros, sin duda tiene que estar también en nosotros. Por eso conoce nuestro ruego antes de que lo formulemos, porque está más cercano a nuestro corazón que a nuestra palabra... Dios ha construido su cielo en el hombre, hermoso y grande, noble y bueno; porque Dios está en su cielo, es decir, en el hombre. Él mismo dice que Él está en nosotros y nosotros somos su templo (Opus Paramirum)

Igual que el firmamento con todas sus constelaciones forma un todo en sí mismo, así también el hombre es en sí un firmamento poderoso y libre. E igual que el firmamento descansa en sí mismo y no es regido por ninguna criatura, tampoco el firmamento del hombre es regido por otras criaturas, sino que es por sí, solo y sin atadura de ninguna clase. Porque hay dos clases de lo creado: cielo y tierra son una, el hombre la otra... Todo lo que la ciencia astronómica ha averiguado profunda y ponderadamente mediante la contemplación de los aspectos y de las estrellas... puede ser para vosotros una enseñanza y una ciencia para el "firmamento corporal" (Escritos más tempranos, alrededor de 1520)

Así como el cielo existe según sus atributos, por él y para él mismo, así el hombre aparece en su interior constelado de astros. Y al igual que el firmamento, que está en el cielo en su propio poder (pro se), libre de toda dependencia, el firmamento del hombre está en él libre también de toda obediencia, poderoso e independiente de las influencias de todas las criaturas. De lo cual debéis concluir que hay en verdad dos clases de seres: una, el cielo y la tierra (Macrocosmos) y otra, el hombre (Microcosmos) (Libro de las Entidades)

Tan grande como la diferencia entre los dos cuerpos -el visible y el invisible, el material y el etéreo- en forma y figura es la que distingue su esencia entre sí... Son como un matrimonio, que es uno en la carne, pero doble en esencia... Y como esto es así, en el hombre habita una contradicción... A saber, que el astro en él tiene otra índole, otro ánimo, otra intención que los elementos inferiores; y por otra parte estos elementos tienen a su vez otra sabiduría y otra índole que el astro del hombre. De ello se sigue que sean contrapuestos entre sí. Por ejemplo; el cuerpo elemental, material, quiere exuberancia, concupiscencia; el astro, en cambio, estudiar, aprender, practicar las artes, etc. De ahí surge una contradicción en el hombre mismo. El cuerpo visible, material, quiere lo uno, el invisible, etéreo, lo otro, y ninguno quiere lo mismo. Por eso cada uno de estos cuerpos vive el impulso de superar lo que le ha sido dado, y ninguno quiere mantenerse en el centro y actuar con medida. Ambos quieren desbordar sus límites y el uno quiere desplazar al otro; así surge la enemistad entre ellos. Porque todo lo que supera su medida trae la perdición (Astronomia Magna)

En la Naturaleza hallamos una luz que nos ilumina como no pueden hacerlo el Sol y la Luna. Porque está hecha de tal modo que sólo a medias vemos a los hombres y a todas las demás criaturas, y por eso tenemos que seguir investigando... No debemos ahogarnos en nuestra labor diaria, porque quien busca... encuentra... Y si seguimos la luz de la Naturaleza resultará que también está ahí la otra mitad del hombre, y que el hombre no está hecho tan sólo de carne y sangre... sino también de un cuerpo invisible para nuestro burdo ojo. (Opus Paramirum)

La Luna emite una luz, pero a ella no se advierten los colores; pero en cuanto se alza el Sol es posible distinguirlos a todos entre sí. Así pues, la Naturaleza tiene una luz que brilla como el Sol; e igual que la luz del Sol respecto a la de la Luna, así la luz de la Naturaleza brilla más allá de la fuerza de los ojos. A su luz se hace visible lo invisible; por ello, tened siempre presente que una luz eclipsa a la otra (Opus Paramirum)

Como el Sol puede brillar a través de un cristal y el fuego irradia calor de las estufas, aunque no atraviesen ambos cuerpos, así el cuerpo humano puede hacer que su fuerza actúe a lo lejos y seguir quieto en su sitio, como el Sol que brilla a través del cristal y sin embargo no lo atraviesa. Por eso no se puede atribuir nada al cuerpo mismo, sino sólo a las fuerzas que brotan de él, igual que el olor del almizcle, aunque su cuerpo pueda estar quieto. (Opus Paramirum)

Los pensamientos son libres y nada los domina. En ellos reposa la libertad del hombre, y ellos aventajan la luz de la Naturaleza. Porque de los pensamientos nace una fuerza creadora que no es elemental ni sideral... Los pensamientos crean un nuevo cielo, un nuevo firmamento, una nueva fuente de energía (Kraft) de la que fluyen nuevas artes... Si uno se propone crear algo, crea por así decirlo un nuevo cielo, y del mismo afluye a él la obra que quiere crear... Porque tan poderoso es el hombre, que es más que cielo y tierra. (Astronomia Magna)

Sabed que hay dos filósofos, los filósofos del cielo y los de la tierra. Y del mismo modo cada esfera es sólo una cara del médico, y cada uno por sí no es aún un médico completo. El que tiene el conocimiento de las esferas inferiores es un filósofo, el que lo tiene de las superiores un astrónomo. Pero ambos tienen un solo entendimiento y un solo arte, y ambos participan del secreto de los cuatro elementos... Igual que en el cielo hay un Saturno de naturaleza ígnea, hay uno en la Tierra de naturaleza terrenal; e igual que hay un Sol en el agua, hay uno en el cielo. Y cada uno está por cuadruplicado en el hombre. Incluso lo que está en el más apartado rincón de la tierra arroja su sombra sobre el hombre, que también está impregnado de lo que yace en las profundidades del mar... ¿Cuál es la diferencia entre Sol, Luna, Mercurio, Saturno y Júpiter en el cielo y en el hombre? Sólo en la figura se fundamenta. Por eso no hay cuatro Arcana, sino sólo uno, pero en cuádruple orientación, igual que una torre está orientada a los cuatro vientos. Y del mismo modo que a la torre no le puede faltar una esquina, tampoco puede un médico prescindir de una de esas partes. Porque una parte no hace un médico entero, ni dos partes ni tres, sino las cuatro partes. Como los Arcana constan de cuatro partes, su integridad precisa también de los cuatro. (Liber Paragranum)

Debéis saber pues que el hombre ha sido colocado entre estas tres substancias y un cuerpo intermediario que es el "cuerpo vivo", "entidad viviente", "soplo vital" o "ánima", razón de ser de los médicos y de las enfermedades, siendo primera materia todo lo que está antes de esta vida, y última materia todo lo que está después (Opus Paramirum, Libro 1 cap. 3)

De este modo el cuerpo del hombre absorbe (assumit) el cuerpo del Mundo, lo mismo que el hijo recibe la sangre del padre. Estos no constituyen, en efecto, más que dos almas con un mismo cuerpo y una misma sangre, de lo que se deduce que también el cielo, la tierra, el aire y el agua están segun la Ciencia, en el cuerpo del hombre, dado que el hombre constituye por sí mismo un verdadero Mundo. Por eso el Saturno y el Júpiter del Microcosmos atraen (asciscit) al Saturno y al Júpiter celestes. Esa conjunción entre los dos cielos hace que existan también afinidades entre los elementos de la tierra. (Opus Paramirum)

Por eso importa mucho constituir una Medicina tal que encierre en ella el firmamento universal, tanto el de la esfera superior como el de la inferior. Y por eso la Naturaleza, llamando en su ayuda al cielo, a la tierra y a todas sus virtudes y potencias, puede resistir a la muerte con tanta intensidad (Opus Paramirum)

Con ello queda establecido que si el médico quiere conocer al hombre y a sus enfermedades, debe empezar por descubrir las enfermedades de todas las cosas universales que la naturaleza padece en el gran Mundo o Macrocosmos y que son las que en definitiva dan al hombre sus sufrimientos: así, tal cosa sufre de esta manera y tal otra de este modo, pero todo sufre en el hombre. Pues si el hombre proviene de la totalidad del limbo, es lógico que lleve en él todos los bienes y todos los males. Luego de lo cual ha establecido Dios un intermediario (medium) para que a través de él continuemos sin desviarnos con la medida y e orden que han sido prefigurados desde el comienzo de las cosas. (Opus Paramirum)

Es preciso, por lo tanto, conocer primero estas tres substancias y sus propiedades en el Macrocosmos (in magno mundo) para poderlas referir y hallar después fácilmente en el hombre (Microcosmos), comprendiendo así lo que él es y lo que en él existe (Opus Paramirum, Libro I, cap. 2)

Dios que está en el cielo, está a la vez en el hombre. ¿Dónde está el cielo sino en el hombre? Lo cierto es que la mejor manera que podemos tener de servirnos del cielo es tener el cielo en nosotros mismos. Gracias a ese cielo que tan íntimamente nos conoce puede Dios saber directamente nuestros deseos y llegar así más cerca de nuestros corazones, de nuestros pensamientos y de nuestras palabras. Con ello impregnará nuestro cielo con su cielo, haciéndolo según su semejanza, más espacioso, agraciado, noble y excelente, ya que no hay duda de que Dios está en el cielo y por ende en el hombre (Opus Paramirum, Libro IV, cap. 17)

Por medio de discursos puede conducirse al bien o al mal, ya que en este caso la palabra del orador posee un cielo y una inclinación indudables (Opus Paramirum, Libro IV, cap.. 18)


Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim Paracelso


Cada gota que baja de los cielos y se deposita en las tierras de aquí y de allí...
Cada momento elegido en nuestros instantes mas precisos, son recompensados por un efecto de una causa similar a ello...
Tiempos de Luz en estas épocas de claridad y de oscuridad en su potencia mas extendida en su exhalación mas amplia y mas aguda en sus sutiles y breves momentos del ahora...
Vivimos en un momento momentorum que resplandece en sus cielos mas cercanos a nosotros, ciudadanos de una tierra prometida y de una tierra de experimentaciones mas exactas y mas gloriosas que en millones de años...
Viviendo en una época de plena Luz del día; atrayendo a nosotros aquello que proyectamos en nuestro interior en esa inhalación mas profunda de nuestro propio ser interno...
El Cielo se clarea aún mas hoy...
El Infierno se oscurece aún mas hoy...
Estamos en momentos de confusión y de plenitud; momentos que nuestra raza, en esta nave planetaria tierra, se ve esforzada a una decisión que les desbocará a una ascensión o a un vinculo inferior a su cometido; todos estamos haciendo de este aprendizaje una revelada y accionada vibración como ejemplos de una raza de perfeccionamientos en un mundo exacto y estricto...
El mundo sube y el mundo baja...
Conocer bien vuestras herramientas y depender de ellos como si de la vida se tratara...
Pues el mundo esta todavía por descubrir y por ser revelado a los ojos de la experiencia, pues el día llegara como la noche resurguira y todo dependerá de nosotros como avatares de una raza que será escrita por las edades de las edades...
No se conoce todavía las cosas que el mundo vivirá...
No se conoce todavía las cosas que pronto se materializara en estas épocas difíciles y de plena gloria en ahora...
Una libre elección...!!!
Una libre liberación...!!!