La fascinante combinación de heroísmo combativo y estoico y porte sacerdotal confería al indio de las llanuras y los bosques una especie de majestad aquilina y solar a un tiempo;
de ahí aquella belleza poderosamente original e insustituible que se asocia al piel roja y que contribuye a su prestigio de guerrero y de mártir.
El piel roja, lo mismo que los japoneses de la época de los samurais, era profundamente artista en su propia manifestación personal :
además de que su vida era un juego perpetuo con el sufrimiento y la muerte,
y por ello una especie de karma yoga caballeresco,
a ese estilo espiritual sabía darle un revestimiento estético de expresividad insuperable.

Frithjof Schuon

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