DEL ORIGEN DE LAS ARTES
De sobras es sabido que Dios, toda bondad y toda grandeza, no se limitó a crear el alimento y la bebida necesarios al hombre para su manutención. sino que también creó todo lo que es útil a su salud y comodidad, así como todo lo necesario para asegurarle una larga vida, y todo ello fue hecho por su divino verbo, según podemos leer en el Génesis. Mas, no conforme con que todas estas cosas fuesen simplemente visibles y aprehensibles por los sentidos, las dotó además, por su omnipotencia, con grandes y ocultas fuerzas naturales. Y nos es dado creer sin asomo de dudas que todas estas cosas permanecerán inmutables hasta el fin de los siglos.
Y si no conocemos suficientemente bien estas cosas es a causa de nuestra excesiva negligencia, de la pereza que nos da buscarlas y del poco interés que tenemos en aprenderlas.
Y no obstante, debemos esforzarnos si queremos conocer la naturaleza en la grandeza de sus obras y en sus misterios, pues Dios la ha creado y dotado de tales fuerzas y virtudes no para que permanezcan ocultas en ella, sino para que puedan ser utilizadas por todos los hombres y por todas las criaturas, para su comodidad y uso.
No menos digno de admiración es el hecho de que el primer hombre, Adán, conociese perfectamente todas estas cosas, así como las fuerzas de la propia naturaleza y toda suerte de cosas sobrenaturales, sobre todo si se tiene en cuenta que tras su creación y antes de la caída carecía de luz de naturaleza y desconocía las criaturas de Dios, pues vivía en el Paraíso con su mujer, Eva, permaneciendo en la mayor simplicidad.
Sin embargo, quiso Dios que fuesen tentados: la serpiente sedujo a la mujer por el apetito de la ciencia, y la convenció para que mordiese la manzana y la ofreciese a su esposo, prometiéndole grandes cosas, según puede leerse en el primer libro de Moisés donde dice: "Todas las cosas os serán conocidas, el bien y el mal, y cuando hayáis comido de este fruto seréis semejantes a Dios".
Así sucedió, aunque inmediatamente después cayeron en el mayor de los arrepentimientos por haberse enfrentado a Dios y transgredido su mandato, por lo que fueron expulsados del Paraíso. Y entonces Dios amenazó a la serpiente diciéndole que la semilla de la mujer, a saber, Cristo, le hollaría la cabeza con los pies. De este modo, Adán y Eva se volvieron muy sabios y expertos en la luz de la naturaleza: la serpiente, cual Doctor, fue la causante de todo ello por la voluntad de Dios. Por este motivo, y no sin razón, las serpientes, y en especial las de Alemanias, han sido hasta el día de hoy estimadas por los ignorantes como portadores de grandes e increíbles virtudes sobrenaturales.
Pero debéis saber que no sólo la primera serpiente del Paraíso pudo, con la particular voluntad y favor oculto de Dios, instruir y sublimar de modo tan elevado en la luz d la naturaleza a Adán y Eva mediante el conocimiento del bien y del mal, sino que después de ella, todas las demás serpientes, según ha sido indicado antes, hasta el fin del mundo, poseen y retienen en sí estos grandes misterios de naturaleza, y principalmente de la voluntad particular de Dios. De aquí puede colegirse, y no sin razón, que las serpientes poseen hasta el momento presente elevados misterios de naturaleza, y que la primera caída y la transgresión del mandato de Dios se debieron a las serpientes, pues Dios Todopoderoso le concedió y atribuyó en su creación más misterios y cosas elevadas que al resto de animales y criaturas vivientes. Así pues, no debe sorprendernos que la caída fuese causada por la serpiente y no por cualquier otro animal, pues Dios sabía que la serpiente habitaba alrededor de la higuera que había prohibido firmemente a nuestros primeros padres. Y aunque el diablo entró en ella y habló a través de ella, también esto tiene sus razones, pues el diablo sabía bien que este animal había sido excelentemente dotado en la luz de la naturaleza por el Creador, según requería su propia naturaleza, como el mismo diablo; por ello dice el proverbio que lo semejante entra en su semejante, y por ello existe una cierta asociación entre las serpientes y el diablo.

TRATADO DE LAS NINFAS, SIRENAS, PIGMEOS Y OTROS SERES
"Teofrasto Paracelso"

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