El hombre se une con su Cristo interno cuando conscientemente levanta a sus siete serpientes que al subir a lo largo de la médula espinal, van encendiendo las siete luces del candelabro del templo viviente de su cuerpo; las dos hileras de ganglios cerebro-espinales, una a cada lado de la columna vertebral, resplandecen por el fuego sagrado del Espíritu Santo que precede a las serpientes en su ascensión hacia el cerebro.
Este es el trabajo telésico que no siempre culmina con la unión del iniciado y el Cristo; cuando culmina con la unión el hombre es uno, no sólo con el Cristo sino también con el Absoluto; y cuando éste corruptible fuere vestido de inmortalidad, entonces se efectuará la apalabra que está escrita: "Sórbida es la muerte con victoria".
El intimo es el verdadero hombre que vive encarnado en todo cuerpo humano y al que todos llevamos crucificados en el corazón. Cuando el hombre despierta de su sueño de ignorancia se entrega a su Intimo. El se une con el Cristo y el hombre se hace todopoderoso como el Absoluto de donde emanó. El Intimo es Dios en el hombre. El hombre que ignora esta gran verdad es sólo una sombra, la sombra de su Intimo.
El hombre se cree solo en el universo, separado de Dios y de sus semejantes. La verdad es que él nunca ha estado ni está separado de Dios ni de sus semejantes. Si todos los hombres supieran que "en Dios somos, vivimos y nos movemos", dejarían de luchar entre sí y la ignorancia, la miseria, el dolor, el mal, no serían más sobre la Tierra.
De su erróneo pensar nació la falsa conciencia de separación entre él y su creador, entre él y sus semejantes. De este estado de conciencia nació el "Yo". Este tiene su morada en los cuatro cuerpos de pecado; el físico, el etérico, el astral y el mental. El "Yo" nació en la conciencia humana después de que Adán y Eva fueron expulsados del Edén.
Cuando el cuerpo físico muere el "Yo" queda agazapado en el umbral del sepulcro esperando que el hombre verdadero e inmortal, pero no realizado, vuelva a encarnar para que, en ese nuevo cuerpo, pueda realizar sus fallidos deseos: Poder, riquezas, placeres, etc... En el "Yo" hay que buscar el porqué de todos los pecados y sufrimientos de la humanidad.
En verdad no somos lo que creemos ser. Usted no es José o María, sino el Intimo que los aztecas en su teogonía llamaban Quetzalcoatl, el Gemelo divino. Observe a las dos serpientes de fuego unidas por sus lenguas, una frente a la otra, en el extremo inferior de la Piedra del Sol. En el capitulo VII, hablando de las Xiucoatl, decimos que son los eternos pares de opuestos; en este agregamos que son el símbolo del Intimo en el hombre y en la mujer. El Intimo tiene dos almas y un séptuple cuerpo en cada uno de sus polos de manifestación, masculina y femenino, los cuales le fueron dados por Jehová Dios cuando los expulso del Edén. "Mas veo otra ley en mis miembros -dice el Maestro Pablo- que se revela contra la ley de mi espíritu y me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros".
En la quinta iniciación de misterios mayores el alma-voluntad se une con el Intimo y deja de ser, en la sexta iniciación de misterios mayores el alma-conciencia se une con el Intimo y deja de ser.
El Intimo es Dios en el hombre; el "Yo" es Satanás en el hombre.
El símbolo del Intimo es la estrella de cinco puntas, la pirámide, la cruz de brazos iguales, el cetro.
Cuando haga sus prácticas de meditación, concéntrese en el Intimo, que es usted mismo, y pronuncie con toda reverencia el Mantram: OMNIS AUM.
"Y será arrebatado hasta el paraíso donde escuchará palabras secretas que el hombre no puede revelar".
El hombre liberado es un Maestro de sí mismo. No está obligado a reencarnar; si reencarna, lo hace voluntaria y amorosamente para ayudar a la humanidad. Pero, en todo caso, siempre sigue el sendero estrecho del deber, del amor y del sacrificio, que lo lleva directamente a la dicha sin límites del Absoluto.
Cuando el iniciado retrocede ante el dilema del umbral del Santuario: su Intimo o su "Yo", la verdad huye lentamente de él; por eso decimos en el capitulo VIII:
"En el incienso de la oración se esconde el delito; en el altar, el delito viste túnica de santidad y su figura es de mártir".

MAGIA CRISTICA AZTECA
Samael Aun Weor

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