Visible e invisible, mitad del cielo.

La maquinaria del universo se divide en dos partes, un cuerpo visible y un cuerpo invisible. Lo visible y tangible es el cuerpo del universo, que consta de tres principios, Azufre, Mercurio y Sal. Este es el cuerpo elemental del universo, y los mismos elementos son ese cuerpo. El cuerpo que no es tangible, sino impalpable e invisible, el cielo sideral o firmamento. El firmamento que vemos es corpóreo, visible y material. Este, empero, no es el firmamento mismo, sino su cuerpo. Nadie ha visto nunca al firmamento, sino sólo su cuerpo, así como el alma del hombre no es visible. El universo entero está así dividido en dos partes, en cuerpo y firmamento. Además, el firmamento consiste de dos partes. Una es el cielo entre las estrellas; el otro en el globo de la tierra. De aquí que el firmamento se compone de dos esencias. Una es peculiar al firmamento del cielo, y la otra es peculiar al elemento de este globo y esfera. El firmamento del globo o esfera es de naturaleza tal que a partir suyo nace todo los que el cuerpo de la tierra o los elementos proporcionan. Así, del fundamento del firmamento del globo brotan los frutos, lo que no podría realizarse sin el firmamento. Y lo mismo con todas las cosas que se producen desde el suelo. El otro firmamento tiene su especial operación en el cielo, esto es, se relaciona solamente con el hombre. Ahora, aunque ambos sistemas estelares, el superior y el inferior, están vinculados, conjuntos, unidos, y van el uno con el otro, hay sin embargo esta diferencia, que las estrellas superiores gobiernan los sentidos superiores, y que las inferiores gobiernan las cosas que crecen; esto es, el sistema superior ordena el intelecto animal, y el inferior aquellas cosas que crecen, brotando de la esfera misma. (Astrología Magna)

El hombre está dividido en sí mismo; efectivamente, en el cuerpo del globo y el cuerpo de los sentidos, esto es, en un cuerpo visible, palpable, y un cuerpo invisible e impalpable; o, en otras palabras, en un cuerpo elemental de los tres principios, Sal, Azufre y Mercurio, y un cuerpo estelar. Por lo que se refiere al cuerpo del hombre, es meramente carne y sangre. Aquello que es impalpable en el, se llama espíritu. Así el hombre está formado de carne, sangre y espíritu. Además, la carne y la sangre no son el hombre, sino el espíritu que existe en sí mismo. El espíritu del hombre es sabiduría, sentido e intelecto; y esto son el hombre. El cuerpo es meramente materia bruta. El espíritu está sujeto a as estrellas, y el cuerpo está sujeto al espíritu. Así, el astro gobierna al hombre en su espíritu, y el espíritu gobierna al cuerpo en la carne y la sangre. Ese espíritu, empero, es mortal, puesto que no es el alma. El alma es sobrenatural, y aquí no hablo de eso sino de lo que, siendo creado en Adán, se atrinchera en la Naturaleza, es decir, carne, sangre y este espíritu. (Astronomía Magna)

Al igual que los elementos celestes, también el hombre tiene una constelación y un firmamento (Libro de las Entidades)

Las cosas no están en los objetos para experimentar solamente lo que concierne al cuerpo visible, pues éste no es sino una parte del cuerpo total del hombre. (Opus Paramirum)

Sabed que nuestro mundo y todo lo que vemos y podemos tocar en nuestro entorno no son más que la mitad del Cosmos. Aquel mundo que no vemos es igual al nuestro en peso y medida, en esencia y condición. De donde se sigue que también hay otra mitad del hombre que actúa en ese mundo invisible. Cuando sabemos de la existencia de ambos mundos, entendemos que sólo las dos mitades forman un hombre completo; porque son por así decirlo como dos hombres unidos en un cuerpo (Opus Paramirum)

Antes que nada, el médico tiene que saber que debe entender al hombre en esa otra mitad que concierne a la astronomicam philosophiam, y que ha de transferir el hombre a ella y transferir los cielos al hombre. De otro no podrá curar a los hombres, los cielos retienen dentro de su esfera la mitad de todos los cuerpos y los males. ¿Quién puede ser un médico y no conocer las enfermedades de otra mitad?... ¿Qué es un médico que no sea experto en cosmografía? Es un tema en el que debiera estar especialmente versado... puesto que todo conocimiento se origina en la cosmografía, y sin él nada ocurre" (Liber Paragranum)

Observad que el cuerpo se nutre exclusivamente a través de esos cuatro miembros, y que todo lo demás son planetas que no necesitan alimentarse, al igual que el resto del firmamento. O sea, que el cuerpo es doble: planetario y terrestre. Y que el hombre se compone de esas dos criaturas: el conjunto de cosas nutritivas y el conjunto de cosas que necesitan ser alimentadas. (Libro de las Entidades)

Sólo vemos, normalmente, al hombre y a las criaturas por la mitad (Opus Paramirum, Libro V, prefacio)

Cuando nos hallemos ante enfermedades cuyo origen no nos sea posible conocer por medio del cuerpo visible, debemos encender la luz que nos permita hablar, pues si no, las obras que esas enfermedades representan nos exhortarán a callar, por más que esto nos parezca en todo caso un tanto incomprensible. Si nos guiamos por esa luz podremos reconocer que ésa otra mitad invisible del hombre existe realmente y que su cuerpo no es sólo carne y sangre, sino una cosa demasiado brillante para nuestros groseros ojos. En esa parte están pues las enfermedades invisibles de todas las enfermedades (Opus Paramirum, Libro V, prefacio, 309)

Por eso nos conviene buscar siempre la causa por la que cada obra ha sido hecha tal cual es y por eso, si su razón visible no nos convence, debemos buscar inmediatamente la invisible. Lo invisible puede así hacerse visible igual que lo que no posee esa propiedad, siempre que esté presente su propia luz y sepamos buscarlo bajo su resplandor. Esas enfermedades están escondidas en las grandes iniciales (Versahlen) y pueden subsistir en nosotros como enfermedades espirituales... En el caso de las enfermedades, el espíritu es visible a su luz, por cuanto constituye la mitad del hombre. (Opus Paramirum, Libro V, Prefacio)

En definitiva: sabed que la Fe puede producir todo cuanto el cuerpo produce, incluso la misma muerte, tan bien como con un disparo de arcabuz. Válgaos pues este ejemplo como enseñanza y aprended por él que sois desde luego visibles y corporales, pero además y al mismo tiempo no lo sois, y que todo cuanto hace nuestro cuerpo visible lo hace también invisible (Opus Paramirum, Libro V, cap. 3)

Recordad ahora que hay algo en nuestro organismo que no necesita de los alimentos exteriores y que llamamos el firmamento del cuerpo, ya que de la misma manera que el cielo vive en su firmamento sin necesitar alimento alguno, así también el firmamento corporal se nutre por sí mismo (se habet) (Libro de las Entidades)

El hombre es hijo de dos padres; el uno es la "tierra", el otro el "cielo"... De la tierra recibe el cuerpo material, del "cielo" su índole. Así aquélla conforma su figura, y el cielo le regala la "luz de la Naturaleza". Todo hombre refleja la índole de su padre; puede hacer aquello que es innato. Y se ha dado poder a los hijos para disponer sobre la herencia de sus padres (Opus Paramirum)

La estructura del mundo está hecha de dos partes; de una parte aprehensible y sensible y de otra invisible e insensible. La parte aprehensible es el cuerpo, la invisible el "astro". La aprehensible a su vez está compuesta de tres partes: azufre, mercurio y sal; la invisible consiste también en tres: ánimo, sabiduría y arte. Ambas partes juntas constituyen la vida (Astronomia Magna: Wie jetzo gemelt is das Machina Mundi fabricirt ist in zwei theil: in einem greiflichen unnd empfindlichen; Der ander Theil ungreifbaren und unempfinddlichen. Der Greiflich ist der Leib, der unsichtbar das Gestirn. Das greisslich: ist gesetzt auss dreien Stücken, auss Sulhure, Mercurio und Sale; der ungreiflich ist auch in drey gesetzt, in das Gemüth, Weisheit und Kunst und sie beide seind gesezt in das Leben... Unnd alles vom Gestirn... Aber di Bildniss Gottes nicht)

Aún cuando sea hijo de Saturno, y Saturno haya ensombrecido su nacimiento, el hombre puede dominar a Saturno y convertirse en hijo del Sol (Astronomia Magna)

Porque como por fuera, así por dentro; lo que no está fuera, tampoco está dentro del hombre. Lo exterior y lo interior son UNA sola cosa, UNA constelación, UNA influencia, UNA concordancia, UNA duración... UN fruto. (Liber Paragranum)

El cielo es el hombre y el hombre el cielo, y todos los hombres juntos son el cielo, y el cielo no es más que un hombre. Hay que saber eso para entender por qué las cosas son así en un lugar y en otro de otro modo, por qué aquí hay un nuevo, allá un viejo y en todas partes tantas cosas distintas. Pero todo esto no se ve en el cielo, sino en la distribución de las fuerzas actuantes en él... Nosotros los hombres tenemos un cielo y éste también está en cada uno de nosotros en toda su plenitud, indiviso y correspondiente a la naturaleza de cada cual. Por eso cada vida humana sigue su propio curso, por eso fallecimiento, muerte y enfermedad están desigualmente repartidas, según la acción de cada cielo. Porque si el mismo cielo estuviera en todos nosotros, todos los hombres tendrían que estar enfermos al mismo tiempo y sanos al mismo tiempo. No obstante no es así, porque la unidad del Gran Cielo se disolvió en nuestra multiplicidad en los instantes del parto. En cuanto un hijo es concebido, recibe su propio cielo. Si todos los niños fueran dados a luz en el mismo instante, todos llevarían el mismo cielo en sí, y su vida seguiría el mismo curso. Así pues, según como se encuentre la bóveda estelar, así se inculcará el "cielo interior" del hombre. ¡Un milagro sin igual! (Astronomia Magna)

Qué maravillosamente ha sido creado y configurado el hombre, cuando se penetra en su verdadero ser... y es una grandeza -pensad en esto- que no haya nada en el cielo ni en la tierra que no se encuentre también en el hombre... En él está Dios, que también está en el cielo, y todas las fuerzas del cielo se reflejan también en el hombre. ¿En qué otro sitio puede hallarse el cielo si no es en el hombre? Dado que actúa desde nosotros, sin duda tiene que estar también en nosotros. Por eso conoce nuestro ruego antes de que lo formulemos, porque está más cercano a nuestro corazón que a nuestra palabra... Dios ha construido su cielo en el hombre, hermoso y grande, noble y bueno; porque Dios está en su cielo, es decir, en el hombre. Él mismo dice que Él está en nosotros y nosotros somos su templo (Opus Paramirum)

Igual que el firmamento con todas sus constelaciones forma un todo en sí mismo, así también el hombre es en sí un firmamento poderoso y libre. E igual que el firmamento descansa en sí mismo y no es regido por ninguna criatura, tampoco el firmamento del hombre es regido por otras criaturas, sino que es por sí, solo y sin atadura de ninguna clase. Porque hay dos clases de lo creado: cielo y tierra son una, el hombre la otra... Todo lo que la ciencia astronómica ha averiguado profunda y ponderadamente mediante la contemplación de los aspectos y de las estrellas... puede ser para vosotros una enseñanza y una ciencia para el "firmamento corporal" (Escritos más tempranos, alrededor de 1520)

Así como el cielo existe según sus atributos, por él y para él mismo, así el hombre aparece en su interior constelado de astros. Y al igual que el firmamento, que está en el cielo en su propio poder (pro se), libre de toda dependencia, el firmamento del hombre está en él libre también de toda obediencia, poderoso e independiente de las influencias de todas las criaturas. De lo cual debéis concluir que hay en verdad dos clases de seres: una, el cielo y la tierra (Macrocosmos) y otra, el hombre (Microcosmos) (Libro de las Entidades)

Tan grande como la diferencia entre los dos cuerpos -el visible y el invisible, el material y el etéreo- en forma y figura es la que distingue su esencia entre sí... Son como un matrimonio, que es uno en la carne, pero doble en esencia... Y como esto es así, en el hombre habita una contradicción... A saber, que el astro en él tiene otra índole, otro ánimo, otra intención que los elementos inferiores; y por otra parte estos elementos tienen a su vez otra sabiduría y otra índole que el astro del hombre. De ello se sigue que sean contrapuestos entre sí. Por ejemplo; el cuerpo elemental, material, quiere exuberancia, concupiscencia; el astro, en cambio, estudiar, aprender, practicar las artes, etc. De ahí surge una contradicción en el hombre mismo. El cuerpo visible, material, quiere lo uno, el invisible, etéreo, lo otro, y ninguno quiere lo mismo. Por eso cada uno de estos cuerpos vive el impulso de superar lo que le ha sido dado, y ninguno quiere mantenerse en el centro y actuar con medida. Ambos quieren desbordar sus límites y el uno quiere desplazar al otro; así surge la enemistad entre ellos. Porque todo lo que supera su medida trae la perdición (Astronomia Magna)

En la Naturaleza hallamos una luz que nos ilumina como no pueden hacerlo el Sol y la Luna. Porque está hecha de tal modo que sólo a medias vemos a los hombres y a todas las demás criaturas, y por eso tenemos que seguir investigando... No debemos ahogarnos en nuestra labor diaria, porque quien busca... encuentra... Y si seguimos la luz de la Naturaleza resultará que también está ahí la otra mitad del hombre, y que el hombre no está hecho tan sólo de carne y sangre... sino también de un cuerpo invisible para nuestro burdo ojo. (Opus Paramirum)

La Luna emite una luz, pero a ella no se advierten los colores; pero en cuanto se alza el Sol es posible distinguirlos a todos entre sí. Así pues, la Naturaleza tiene una luz que brilla como el Sol; e igual que la luz del Sol respecto a la de la Luna, así la luz de la Naturaleza brilla más allá de la fuerza de los ojos. A su luz se hace visible lo invisible; por ello, tened siempre presente que una luz eclipsa a la otra (Opus Paramirum)

Como el Sol puede brillar a través de un cristal y el fuego irradia calor de las estufas, aunque no atraviesen ambos cuerpos, así el cuerpo humano puede hacer que su fuerza actúe a lo lejos y seguir quieto en su sitio, como el Sol que brilla a través del cristal y sin embargo no lo atraviesa. Por eso no se puede atribuir nada al cuerpo mismo, sino sólo a las fuerzas que brotan de él, igual que el olor del almizcle, aunque su cuerpo pueda estar quieto. (Opus Paramirum)

Los pensamientos son libres y nada los domina. En ellos reposa la libertad del hombre, y ellos aventajan la luz de la Naturaleza. Porque de los pensamientos nace una fuerza creadora que no es elemental ni sideral... Los pensamientos crean un nuevo cielo, un nuevo firmamento, una nueva fuente de energía (Kraft) de la que fluyen nuevas artes... Si uno se propone crear algo, crea por así decirlo un nuevo cielo, y del mismo afluye a él la obra que quiere crear... Porque tan poderoso es el hombre, que es más que cielo y tierra. (Astronomia Magna)

Sabed que hay dos filósofos, los filósofos del cielo y los de la tierra. Y del mismo modo cada esfera es sólo una cara del médico, y cada uno por sí no es aún un médico completo. El que tiene el conocimiento de las esferas inferiores es un filósofo, el que lo tiene de las superiores un astrónomo. Pero ambos tienen un solo entendimiento y un solo arte, y ambos participan del secreto de los cuatro elementos... Igual que en el cielo hay un Saturno de naturaleza ígnea, hay uno en la Tierra de naturaleza terrenal; e igual que hay un Sol en el agua, hay uno en el cielo. Y cada uno está por cuadruplicado en el hombre. Incluso lo que está en el más apartado rincón de la tierra arroja su sombra sobre el hombre, que también está impregnado de lo que yace en las profundidades del mar... ¿Cuál es la diferencia entre Sol, Luna, Mercurio, Saturno y Júpiter en el cielo y en el hombre? Sólo en la figura se fundamenta. Por eso no hay cuatro Arcana, sino sólo uno, pero en cuádruple orientación, igual que una torre está orientada a los cuatro vientos. Y del mismo modo que a la torre no le puede faltar una esquina, tampoco puede un médico prescindir de una de esas partes. Porque una parte no hace un médico entero, ni dos partes ni tres, sino las cuatro partes. Como los Arcana constan de cuatro partes, su integridad precisa también de los cuatro. (Liber Paragranum)

Debéis saber pues que el hombre ha sido colocado entre estas tres substancias y un cuerpo intermediario que es el "cuerpo vivo", "entidad viviente", "soplo vital" o "ánima", razón de ser de los médicos y de las enfermedades, siendo primera materia todo lo que está antes de esta vida, y última materia todo lo que está después (Opus Paramirum, Libro 1 cap. 3)

De este modo el cuerpo del hombre absorbe (assumit) el cuerpo del Mundo, lo mismo que el hijo recibe la sangre del padre. Estos no constituyen, en efecto, más que dos almas con un mismo cuerpo y una misma sangre, de lo que se deduce que también el cielo, la tierra, el aire y el agua están segun la Ciencia, en el cuerpo del hombre, dado que el hombre constituye por sí mismo un verdadero Mundo. Por eso el Saturno y el Júpiter del Microcosmos atraen (asciscit) al Saturno y al Júpiter celestes. Esa conjunción entre los dos cielos hace que existan también afinidades entre los elementos de la tierra. (Opus Paramirum)

Por eso importa mucho constituir una Medicina tal que encierre en ella el firmamento universal, tanto el de la esfera superior como el de la inferior. Y por eso la Naturaleza, llamando en su ayuda al cielo, a la tierra y a todas sus virtudes y potencias, puede resistir a la muerte con tanta intensidad (Opus Paramirum)

Con ello queda establecido que si el médico quiere conocer al hombre y a sus enfermedades, debe empezar por descubrir las enfermedades de todas las cosas universales que la naturaleza padece en el gran Mundo o Macrocosmos y que son las que en definitiva dan al hombre sus sufrimientos: así, tal cosa sufre de esta manera y tal otra de este modo, pero todo sufre en el hombre. Pues si el hombre proviene de la totalidad del limbo, es lógico que lleve en él todos los bienes y todos los males. Luego de lo cual ha establecido Dios un intermediario (medium) para que a través de él continuemos sin desviarnos con la medida y e orden que han sido prefigurados desde el comienzo de las cosas. (Opus Paramirum)

Es preciso, por lo tanto, conocer primero estas tres substancias y sus propiedades en el Macrocosmos (in magno mundo) para poderlas referir y hallar después fácilmente en el hombre (Microcosmos), comprendiendo así lo que él es y lo que en él existe (Opus Paramirum, Libro I, cap. 2)

Dios que está en el cielo, está a la vez en el hombre. ¿Dónde está el cielo sino en el hombre? Lo cierto es que la mejor manera que podemos tener de servirnos del cielo es tener el cielo en nosotros mismos. Gracias a ese cielo que tan íntimamente nos conoce puede Dios saber directamente nuestros deseos y llegar así más cerca de nuestros corazones, de nuestros pensamientos y de nuestras palabras. Con ello impregnará nuestro cielo con su cielo, haciéndolo según su semejanza, más espacioso, agraciado, noble y excelente, ya que no hay duda de que Dios está en el cielo y por ende en el hombre (Opus Paramirum, Libro IV, cap. 17)

Por medio de discursos puede conducirse al bien o al mal, ya que en este caso la palabra del orador posee un cielo y una inclinación indudables (Opus Paramirum, Libro IV, cap.. 18)


Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim Paracelso

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