La madre continúa su enseñanza espiritual,
primero silenciosamente
-un mero señalar la naturaleza con el dedo-;
después en canciones susurradas,
como la de los pájaros,
por la mañana y por la noche.
Para ella y para el niño los pájaros son verdaderas personas,
que viven muy cerca del
"Gran Misterio";
los árboles murmurantes expresan Su presencia;
las aguas que caen cantan Su alabanzas.

"Charles A. Eastman"
( OHIYESA )

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