Amigos míos :

Se me a pedido que os abra mi corazón. Me complace tener ocasión de hacerlo. Deseo que los blancos comprendan a mi pueblo. Algunos creéis que el indio es como un animal salvaje. Esto es un gran error. Os explicaré todo sobre nuestro pueblo y luego podréis juzgar si el indio es o no es un Ser Humano. Creo que podrían haberse ahorrado muchos problemas si fuéramos más sinceros. Os explicaré a mi modo cómo ve las cosas el indio. El blanco emplea más palabras para explicaros lo que le parece, pero la verdad requiere pocas palabras. Tengo que deciros exactamente lo que siento y os lo diré sin rodeos. El Gran Espíritu me está mirando y oirá mis palabras. Me llamo "Inmatuyalatket" ( Trueno que retumba en las montañas ). Soy jefe de la banda "Wallamwatkin de los Chutepalu o nez percés. Nací en la región oriental de Oregón hace treinta y ocho inviernos. Mi padre fue jefe antes que yo. El señor Spaulding, un misionero, le puso el nombre de Joseph cuando era joven. Murió hace unos años. Dejó un buen nombre en la tierra. Me dio buenos consejos para guiar a mi pueblo. Nuestros padres nos dieron muchas leyes que habían aprendido de sus padres. Estas leyes eran buenas. Nos mandaban tratar a todos los hombres como ellos nos trataban a nosotros, a no romper nunca un trato, a no cometer la ignominia de mentir, a decir siempre la verdad, a considerar deshonroso tomar la esposa de otro hombre o tomar sus propiedades sin pagar por ellas. Nos enseñaron a creer que el Gran Espíritu lo ve y lo oye todo y que nunca olvida; que después dará a cada hombre una casa espiritual según sus merecimientos : si ha sido bueno, tendrá una buena casa; si ha sido malo, tendrá una casa mala. Yo creo todo esto. Y todo mi pueblo cree lo mismo. Hasta hace unos cien inviernos no sabíamos que hubiera otro pueblo además del indio; entonces llegaron a nuestras tierras algunos hombres de rostro blanco. Ellos trajeron muchas cosas para cambiarlas por cueros y pieles. Trajeron tabaco, que nosotros no conocíamos. Trajeron armas con piedras de pedernal, que asustaron a nuestras mujeres y a nuestros hijos. Los nuestros no podían hablar con aquellos hombres de rostro blanco, pero utilizaron señas, que entienden todos los pueblos. Estos hombres se llamaban franceses y ellos llamaron a los nuestros nez percés porque llevaban aros en la nariz como adorno. Aunque ya muy pocos de los nuestros lo llevan, se les sigue llamando igual. Aquellos tramperos franceses explicaron a nuestro padres muchas cosas que quedaron plantadas en nuestro corazón. Algunas eran buenas para nosotros. Otras eran malas. Nuestro pueblo tenía opiniones encontradas sobre estos hombres. Algunos creían que enseñaban más mal que bien. El indio respeta al hombre valeroso, pero desprecia al cobarde. Estima al que habla con sinceridad, pero no al que lo hace con falsedad. Los tramperos franceses nos contaron verdades y algunas mentiras. Los primeros blancos de los vuestros que llegaron a nuestra tierra se llamaban Lewis y Clark. Ellos también trajeron muchas cosas que nuestro pueblo no había visto nunca. Hablaban con sinceridad y los nuestros les dieron un gran banquete en prueba de amistad. Estos hombres eran muy amables. Hicieron regalos a nuestro jefes y los nuestro les hicieron regalos a ellos. Teníamos muchos caballos y les dimos los que necesitaban y ellos a cambio nos dieron armas y tabaco. Todos los nez percés se hicieron amigos de Lewis y Clark y aceptaron dejarles pasar por su territorio y no hacer nuca la guerra a los blancos. Los nez percés nunca han roto esta promesas. Ningún blanco que se atenga a la verdad podrá acusarles de mala fe. Los nez percés se han enorgullecido siempre de ser amigo de los blancos. Cuando mi padre era joven, llegó a nuestro territorio un blanco que hablaba de la ley del espíritu. Se ganó el afecto de nuestro pueblo porque les hablaba de cosas buenas. Al principio no dijo nada de que los blancos querían instalarse en nuestra tierras. Eso no se mencionó hasta hace veinte inviernos, cuando llegaron muchos blancos a nuestro territorio y construyeron casas e hicieron granjas. Los nuestros al principio no protestaron. Creían que había espacio suficiente para vivir todos en paz y que estaban aprendiendo de los blancos muchas cosas que parecían buenas. Pero pronto vieron que los blancos se enriquecían muy deprisa y que codiciaban todo lo que tenían los indios. Mi padre fue el primero que vio las intenciones de los blancos y advirtió a los suyos que tuvieran cuidado en los tratos con ellos. Recelaba de los hombres que parecían deseosos por hacer dinero. Yo era pequeño entonces, pero recuerdo bien la cautela de mi padre. Él tenía la vista más aguda que los demás nez percés. Luego llegó un funcionario blanco que invitó a todo los nez percés a un consejo para hacer un tratado. En el consejo dio a conocer sus intenciones. Dijo que había muchos blancos en nuestro territorio ya que legarían muchos más. Que quería delimitar la tierra para que los indios y los blancos pudieran vivir separados. Dijo que si querían vivir en paz era necesario que los indios tuvieran un territorio delimitado en el que debían permanecer. Mi padre, como representante de su banda, se negó participar en el consejo porque deseaba ser un hombre libre. Declaró que ningún hombre poseía ninguna parte de la tierra y que ningún hombre podía vender lo que no poseía. El señor Spaulding tomó a mi padre del brazo y le dijo : -Ve y firma el tratado. Mi padre retiró el brazo y dijo : -¿Por qué me pides que renuncie a mi Tierra? Tú tienes que hblarnos de los asustos espirituales y no de que nos separemos de nuestra tierra. El gobernador Stevens instó a mi padre a que firmara su tratado. Pero él se negó a hacerlo. -No firmaré vustro papel - dijo mi padre- Vosotros id a donde os plazca, que yo haré lo mismo. No eres un niño. Yo no soy un niño. Puedo pensar por mi cuenta. Ningún hombre puede pensar por mí. No tengo más hogar que éste. Y no se lo daré a nadie. Si lo hiciera, mi pueblo se quedaría sin hogar. Retira tu papel. No pienso tocarlo. Mi padre se fue del consejo. Algunos jefes de las otras bandas de nez percés firmaron el tratado y el gobernados Stevens les regaló mantas. Mi padre advirtió a los suyos que no aceptaran regalos, porque (después), les dijo, (dirán que habéis aceptado pago por vuestra tierra). Desde entonces, cuatro bandas de nez percés han recibido rentas de los Estados Unidos. Invitaron a mi padre a muchos consejos e intentaron que firmaran el tratado. Pero él se mantuvo firme como una roca y nunca renunció a su hogar. Su actitud provocó divisiones entre los nez percés. Ocho años después se celebró el siguiente consejo del tratado. Un jefe nez percé llamado Laweyr (abogado), porque era un gran hablador, tomó la palabra en el consejo y vendió casi todo el territorio nez percé. Mi padre no asistió al consejo. Me dijo: -Cuando te reúnas en consejo con los blancos, recuerda siempre a tu país. No renuncies a él. Los blancos te echarán de tu hogar con mentiras. Yo no he aceptado pagos de los Estados Unidos. No he vendido nuestra tierra. En aquel tratado, Lawyer actuó sin autorización de nuestra banda. No tenia derecho a vender el territorio de Wallowa, que había pertenecido siempre al pueblo de mi padre. Las otras bandas nunca habían discutido nuestro derecho al mismo. Ningún otro pueblo indio reclamó nunca el Wallowa. Para que todos comprendieran el territorio que nos pertenecía, mi padre colocó postes a su alrededor y dijo: -Dentro de estos límites está el hogar de mi pueblo. Los blancos pueden ocupar el territorio que queda fuera. Dentro de estos límites nació nuestro pueblo. Aquí están las tumbas de nuestros padres y nunca cederemos estas tumbas a ningún hombre. Los Estados Unidos alegaron entonces que habían comprado a Lawyer y a los otros jefes todo el territorio nez percé contiguo a la reserva de Lapwai. Pero nosotros seguimos viviendo en paz en nuestra tierra hasta hace ocho inviernos. Entonces los blancos empezaron a instalarse en las tierras que había delimitado mi padre. Les advertimos que no debían hacerlo, pero se negaron a marcharse y se despertaron los odios. Los blancos hicieron ver que estábamos en pie de guerra. Explicaron muchas cosas que eran falsas. El gobierno de los Estados Unidos convocó un consejo para hacer un tratado. Mi padre estaba ciego y débil. Ya no podía hablar por su pueblo. Entonces ocupé yo el lugar de mi padre como jefe. En aquel consejo hablé por primera vez a los blancos. Dije el agente del gobierno que celebró el consejo : -Yo no quería venir a este consejo, pero he venido con la esperanza de evitar derramamiento de sangre. Los blancos no tienen derecho a venir aquí y tomar nuestro territorio. Nunca hemos aceptado ningún regalo del gobierno. Ni Lawyer ni ningún otro jefe tenía autoridad para vender nuestra tierra. Ha pertenecido siempre a mi pueblo. La recibimos de nuestros padres y la defenderemos mientras una gota de sangre india anime los corazones de nuestros hombres.....

Textos del libro :

(-"ERAMOS COMO EL CIERVO"-)

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