Un hijo descendente no puede crear vida ni convertirse en el dios de un sistema. Tan sólo los hijos ascendentes, habitados plenamente por el padre, podrán ser creadores, y algunos de nosotros estaremos en esa función en un lejano futuro. Y sin embargo lucifer, un hijo descendente pleno de inteligencia y de poder, quiso convertirse en uno de ellos y ser el dios del sistema de satania, al que pertenecemos, comenzando una rebelión contra las energías superiores que nunca pudo ganar. Intentó crear seres ascendentes y descendentes por métodos genéticos de laboratorio, utilizando el conocimiento acumulado en otros sistemas planetarios, y no lo logró. Los seres ascendentes vienen a través del nacimiento y van pasando por experiencias a través de largos periodos de tiempo, hasta que eligen fundirse con el espíritu y realizar la vida eterna. Nuestra madre tierra apoya esa función y ahora está en el camino consciente de su propia ascensión por voluntad propia.
A lo largo de su tiranía sobre el sistema de satania, lucifer dirigió la creación en laboratorio de muchos seres robóticos sin alma a los que intentaba implantar una parte de su propia divinidad (inexistente), y al no lograrlo asumió la necesidad de su propia decreación (disolver su individualidad en el todo). Primero se le permitió que experimentase con su idea en este planeta, que ya estaba en manos de fuerzas galácticas denibiru, de tal manera que el resto de los sistemas renunció a la creación de nuevas almas. Pero estos seres robóticos tienen su adn degenerado y son muy pocos los que pueden alcanzar un alma evolutiva (se les dará una oportunidad por parte de los hermanos estelares, siempre que puedan mejorar su mente oscurecida y abrir su camino emocional). Incluso los que se han unido a parejas con alma verdadera lo tienen muy difícil para mejorar el adn, y aunque consigan ajustadores del pensamiento no tienen ambición evolutiva y se entregan a la comodidad de la vida fácil, cuando no a las guerras de poder.
Los desalmados ni siquiera tienen un alma animal, son máquinas, nunca han sido leones ni zorros. No han comenzado el viaje de ascensión sobre el planeta sol y no tienen conocimientos de vida antes de su creación. Ahora llega el tiempo de la gran división para librar al planeta de este adn anormal, que ni siquiera puede atravesar la etapa de la conciencia animal hasta alcanzar el nivel de llamar por sus propios méritos a un ajustador del pensamiento y poder fusionarse más tarde con él. Sólo existen como entidades del bajo astral que han sobrevivido robando la energía emocional de los humanos (especialmente en salas de fiesta y ambientes negativos). Estos seres sin sentido común se reproducen en exceso. La unión de la inteligencia de la máquina y del espíritu siempre ha sembrado la tierra de sufrimiento y nunca ha dado buenos resultados, por eso ha llegado su hora en todo el multi universo de orvontón. No conocen la moralidad ni la ética y por eso hay que limpiar esta situación para siempre o degenerará toda la creación en este séptimo universo. No hay otra manera.
MIYO...

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