Cambia las naturalezas, y hallaras lo que buscas.

Arnaldo de Villanueva, Alberto el Grande, Raimundo Lulio y muchos otros alquimistas, denominan Mercurio al Esperma o Semen.
No hay sino una sola materia que sirve de fundamento a la Gran Obra del Padre.
Esa materia prima de la Gran Obra, es el esperma denominado Mercurio por todos los alquimistas.
El mercurio es el Esperma cocido de todos los metales.
Dice Arnoldo de Villanueva que, según el grado de sulfuración, el Mercurio engendra los diversos metales en el seno de la Tierra.
Así pues, el Mercurio según el grado de cocción, viene a revestir las diversas formas metálicas.
Realmente cada cosa puede ser descompuesta en sus propios elementos.
Con ayuda del calórico podemos descomponer el hielo en agua, porque el agua es el elemento del hielo.
Así pues, todos los metales de la Tierra pueden ser descompuestos en el Mercurio, porque el mercurio es la materia prima de todos los metales.
Este Mercurio es el Semen espermático, en el cual pueden descomponerse todos los metales, porque ese es el elemento de donde salen todas las cosas.
El hombre puede descomponerse en el semen, porque ese es el elemento de dondo salió, y cada cosa puede ser descompuesta en los propios elementos de que está compuesto.
Antes de poder transmutar los metales, hay primero que reducirlos a su materia prima.
Así también, antes de que el hombre pueda redimirse de sus pecados y entrar en el reino de los cielos, hay que primero reducirlo a su materia prima, para luego transmutarlo en el hombre celestial de que nos habla San Pablo.
Por ejemplo, si yo tengo una estatua y quiero darle a esa estatua una forma absolutamente nueva, debo primero reducir esa estatua a su materia prima, descomponiéndola en los mismos elementos de que está compuesta.
Luego, con esa materia prima hago la estatua en forma absolutamente nueva, y totalmente diferente.
Así también, si queremos trasmutarnos en Hombres Celestiales, en maestros de sabiduría, debemos reducirnos al esperma de que fuimos formados, para elaborar el YO-CRISTO, el Niño de Oro de la Alquimia.
"Cambia la Naturaleza y hallarás lo que buscas".
Los alquimistas han dicho que nuestra bendita piedra tiene cuerpo, Alma y Espíritu, y ello es así.
Nuestro cuerpo imperfecto es nuestro planeta individual.
El Alma es el fermento de la alquimia, porque durante nuestras prácticas de Magia-Sexual penetramos en mundos de tinieblas y de Luz, en mundos de fuego y de pasión, de los cuales hemos de sacar la Luz del Espíritu.
Hay que sacar lo sutil de lo espeso, y lo seco de lo húmedo, es decir, separar las aguas de las aguas, para que se descubra la seca.
Esta "seca" es nuestra Tierra Divina, nuestro Universo Interno, sacado de las aguas de la vida.
El Espíritu se convierte en cuerpo, y el cuerpo en Espíritu.
Con ello queremos decir que el Semen se transforma en espíritu, y que el Espíritu se seminiza.
Todo el magisterio del fuego se realiza con el agua del Padre.
Esta agua bendita disuelve todos los metales de la tierra, disuelve todos los metales del Universo Hombre, calcina y reduce todas las cosas a sus elementos primitivos, para hacerlas nuevamente en formas más perfectas, puras e inefables.
Esta agua divina limpia, y blanquea todas las cosas.
"El Azoth y el fuego limpian el latón, es decir, le lavan y le despojan por completo de su negrura"(Semita Semita, de Villanueva).
El agua de nuestro Caos une los principios más diferentes, con tal de que hayan sido primero disueltos en el Semen, es decir, en el agua de que están formados.
Esta unión caótica es eternamente inseparable.
Cristo, el divino Rabí de Galilea, la primera enseñanaza que nos dio fue transmutar el agua en vino.
La primera enseñanza de nuestro divino Maestro fue Alquimia-Sexual.
Cristo Transmutó el agua en vino, en las bodas nupciales de Canaán.
El Divino Maestro al abrir el Sendero de la Iniciación para todos los seres humanos, la primera enseñanza que nos dio fue de Alquimia Sexual.
Hay que transmutar el agua en vino de la Luz del Alquimista, para realizarnos a fondo como Maestros del Mahamvantara.
Por estos tiempos de Teosofismos, Rojismos, Cherenzismos, Parsivalismos, Pseudo-Rozacrucismos, etc... se viene hablando mucho de la sublimación sexual, y los ignorantes sin experiencia creen que pueden sublimar fuerzas impuras, sin reducirlas antes a la materia prima de la Gran Obra.
Esas gentes quieren sublimar fuerzas impuras, sin reducirlas antes a la materia prima de la Gran Obra.
Por eso han fracasado todos esos timoratos espiritualistas que comen en la mesa de Jezabel, y se alimentan con comidas ofrecidas a los ídolos.
Si queremos transmutar o sublimar nuestras fuerzas sexuales, debemos primero ser castos, y no derramar ni una sola gota de semen.
Debemos reducir todos los elementos a su materia prima, para luego transmutarlas.
Si queremos sublimar nuestras bajas pasiones, debemos primero ser castos para reducir todos nuestros metales al semen caótico, y luego transmutarlos en el YO-CRISTO, en el Niño de belén, en el Niño de Oro de la Alquimia-Sexual.
Ningún Fornicador puede transmutar su personalidad inferior en el Oro del Espíritu.
Ningún Fornicador puede transmutar su personalidad pecadora en hombre Celestial.
Por ello es que han fracasado todos esos fornicadores, todos esos incircuncisos, todos esos sátiros del Espiritualismo.
No se puede sublimar, no se puede transmutar, sin reducir primero nuestra vieja personalidad al semen de que se formó.
"Cambia las Naturalezas, y hallarás lo que buscas".


"TRATADO DE ALQUIMIA SEXUAL"
Samael Aun Weor


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